El 18 de Agosto 2016 | 10:45
El nuevo 'Hitman' sigue intentando ganarse la confianza de los jugadores, escepticos muchos desde el anuncio del formato episódico de esta nueva historia del Agente 47. Hablar de historia por el momento parece un poco exagerado, ya que con cada capítulo que jugamos, esta se diluye más y parece tener menos importancia, pero tampoco debería pillar de sorpresa a nadie, ya que el argumento nunca ha sido la razón de ser de esta franquicia. Únicamente en 'Hitman Absolution' tiene cierto peso, de hecho...
El caso es que nos encontramos con el cuarto episodio de esta nueva entrega, ambientado en Bangkok, Tailandia, y con una estrella del rock indie como potencial víctima. En el momento en que se anunció el objetivo, hace unas semanas, no pude evitar preguntarme por qué narices debería 47 matar a un músico, pero esa respuesta queda contestada, como es de costumbre, a los pocos minutos. Resulta que el chico, de nombre Jordan Cross, es un pieza de cuidado y un niño de papá, y hace un tiempo, salió absuelto de la acusación de asesinato de la que era su pareja. La familia de la chica quiere venganza, y es que por mucho que a veces se nos quiera presentar a 47 de una manera malvada, en el fondo es un justiciero, a su manera. El abogado de la familia Cross también probará el cable de fibra... o el veneno... o lo que sea.
Como decía más arriba, viajamos hasta Tailandia, desarrollándose este episodio al completo en un complejo hotelero de lujo que deja poco espacio a la ciudad en sí, algo que no ocurría por ejemplo en Sapienza y Marrakech. Esta misión se parece más a la de París, con un gran escenario interior genialmente diseñado, pero con poco que admirar a nivel de exteriores, haciendo que lamentablemente la ambientación no luzca como sí lo hizo en Italia, hasta ahora el episodio más brillante de todos cuantos dispone este 'Hitman'. Pero al César lo que es del César: a pesar de tener lugar la acción casi exclusivamente en un interior, el diseño del nivel es absolutamente fantástico, con múltiples pasillos, estancias, secretos... El formato episódico y la ausencia de una trama adictiva no es excusa para no hacer un buen trabajo, y los daneses de IO Interactive lo están haciendo con creces.
Todo ello a pesar de no presentar la belleza del escenario italiano o la multitud y genial ambientación del marroquí, y es que aquí Bangkok tiene una importancia mínima. El listón de la creatividad ambiental ha bajado un puntito respecto a anteriores capítulos, aunque se haya avanzado en otros aspectos.
Tampoco el hecho de que cada mes y pico tengamos un nuevo episodio a veces logra camuflar el que haya mecánicas como envenenar bebidas o disfrazarse empiecen a saturar, pero al fin y al cabo es la esencia de 'Hitman', echar mano de la imaginación y las posibilidades del escenario para poder disfrutar de más variedad. Las oportunidades vuelven a ser la manera más rápida de llevar a cabo el objetivo, pero al mismo tiempo también la más satisfactoria.
Algo que aporta como novedad este episodio es la presencia de la seguridad del hotel y el grupo de guardaespaldas personal de Cross, que trabajan de forma independiente, y donde los segundos nos dejan pasar ataviados como el nuevo batería de su grupo, los primeros no lo harán. Es más, hay incluso lugares a los que no se nos va a permitir acceder con la indumentaria que sea, lo que hace que el uso inteligente de las coberturas cobre más importancia en este capítulo que en cualquier otro que hayamos visto hasta ahora.
Asesinar a nuestros objetivos vuelve a ser un puzle de situaciones que hay que llevar a cabo a la perfección, aunque en ocasiones vuelva a ser una experiencia un poco guiada. Es el efecto secundario de las oportunidades, aunque en cada episodio se hacen más complicadas por la dificultad, a veces enfermiza, de encontrar los objetos necesarios. Claro, no es sencillo encontrar un bote de matarratas en un hotel...
El factor rejugabilidad vuelve a ser clave en este nuevo episodio, y es que si la primera vuelta fue una pesadilla en ocasiones puntuales, la mejora de equipo y puntos de control hace más llevaderas las siguientes, y dicho sea de paso, más disfrutables. Se trata este de un episodio continuista, con un par de matices que lo hacen diferente de los anteriores, pero al igual que ocurría con el de Marrakech, deja con el sabor agridulce de no alcanzar la magnificencia del segundo episodio de Sapienza.
Lo mejor:
- Diseño de escenarios interiores. - Alto nivel de seguridad en el hotel, no ponen las cosas fáciles. - Oportunidades bien ocultas, que llevan a asesinatos menos guiados.
Lo peor:
- Ambientación menos trabajada, la ciudad es irrelevante. - Algunas mecánicas comienzan a resultar repetitivas. - La trama sigue viniéndose abajo, cada vez interesa menos.