El 10 de Enero 2017 | 09:04
Hacer un análisis de 'Gravity Rush 2' se me antoja algo duro, porque sigo con la espina clavada de que éste juego debió salir en PS Vita para que al menos fuese el canto de cisne de la portátil, pero su lanzamiento en PS4 le da la posibilidad de que el juego sea más grande que nunca. Quiero pensar que ha habido motivos más allá de que la portátil no estaba en una buena posición comercial y se decidió pegar el salto de plataforma por motivos técnicos. Es una ilusión. Pero tratemos de ser lo más justos posibles y veamos si 'Gravity Rush 2' es una buena secuela después de tanto tiempo, y ¡vaya si se toma en serio lo de ser una secuela!
El argumento empieza con Kat y Syd en un campamento minero. Sin contexto alguno y durante las primeras horas no se cortan a la hora de hacer referencias al juego anterior, que por mucho 'Gravity Rush Remastered' que saliese a principios del año pasado, no es una buena idea empezar un juego diciendo que es imperativo haber jugado al anterior y dando por supuesto que todo el mundo que juegue a esta segunda parte lo ha hecho. Pero como continuación de una juego cuyo final es "los protagonistas acaba comiendo helado felizmente haciendo caso omiso a los agujeros de guión y preguntas de los fans", es lo que se puede esperar.
Poco a poco, el juego pasa a tener un argumento de crítica sociopolítica muy poco sutil, que le sienta bien aunque diluye el mensaje de la vuelta a casa de la protagonista y sus dos amigos, con algún deus ex machina por el camino, como un Dusty que aparece en el momento más oportuno para devolver a Kat sus poderes, o la forma en la que justifican que de repente Kat esté cantando jazz en un escenario, como si quisieran meterlo desde un inicio pero no tuvieran una idea clara de cómo hacerlo desde el principio hasta que había prisas para terminar el juego. Quitando esto último, la historia con peso social le sienta bien, es un cambio de aires arriesgado, pero merece un aplauso por el atrevimiento, sin conformarse con hacer de Kat sólo una heroína idealizada. Pero 'Gravity Rush 2' no es un juego al que la gente vaya a jugar por el argumento, sino por sus mecánicas y su mundo. A eso vamos: las primeras horas en las que estamos de misiones para el campamento Banga estropean mucho una de las esencias de la propuesta, que es la exploración casi total del mundo que se te presenta. Una sensación que nos recuperamos hasta la llegada a Jirga Para Lhao.
Habrá quien le guste el viejo sistema en el que se mejoran la potencia de las patadas o el deslizamiento de gravedad, pero el hecho de que las mejoras amplíen tus posibilidades de combate y demás es un acercamiento que recompensa con mecánicas más expandidas y no ayudas que funcionan cuando eres bueno jugando. Sobre todo, hay que aplaudir que haya misiones secundarias fuera de los desafíos de gravedad. Muchas ellas, de una manera u otra, son originales y graciosas y hacen que el nuevo mundo esté más vivo que nuestra primera visita a Hekseville, aunque tampoco escasean las de recadero, con el único atractivo de descubrir nuevos entornos. El diseño de escenarios es impresionante, y permite la justificación del juego a la sobremesa.
Pero no todo lo bueno está perfectamente implementado porque hay muchos detalles que chirrían del contenido final. Sí, es muy bonito que haya un mejor motor de colisiones y elementos destruibles, pero si lo ponen en la primera zona del juego cuando se expande de verdad y hace que el deslizamiento de gravedad vaya mal, hay un conflicto de intereses enorme y se aplica en otros momentos en los que el deslizamiento no es viable. Los combates siguen basándose en dar al punto luminoso con patadas de gravedad, y en ocasiones se habría echado de menos que las expansiones de mecánicas de combate no se queden reservados a los estilos Luna y Júpiter, sobre todo porque el esquive no se nota muy fiable, especialmente en el aire.
Otros añadidos, como el modo online, en el que otro jugadores te dan pistas suena interesante pero acaba molestando al jugador cuando parece que se ha hecho para no poner muchas gemas en el mundo. Y también hay muchas misiones de buscar lo que muestra una foto, como si Keichiro Toyama estuviese demasiado orgulloso de introducir Instagram en el juego, pero al menos conseguimos la posibilidad de tener todas las fotos de Kat que queramos en formato ideal para redes sociales. Y hay fases de sigilo cuando el juego ni siquiera hace el esfuerzo de cambiar mecánicas para que realmente se noten como secciones de sigilo y acaban siendo cuestión de seguir un camino secundario en vez del principal. Si bien estos pequeños detalles disonantes son numerosos y es difícil pasarlos por alto, no quiere decir que la experiencia sea necesariamente mala, pero sí que pudo ser mejor.
Queda hablar de lo técnico, y aquí se nota que el salto a PS4 ha merecido mucho la pena. Jirga Para Lhao se ve precioso. No "precioso" tipo 'The Witcher 3: Wild Hunt', sino precioso nivel que dan ganas de hacer capturas si el juego no tuviese el HUD activo para tener fondos de pantalla bonitos. Se nota mucho el deseo de ser un juego que impresiona visualmente por la mezcla de elementos de la cultura latina y asiática, que lo hace único a su manera. No hay pelos individuales ni se le ven los poros de la piel a los protagonistas, pero no defrauda a nivel visual y usa la potencia de la consola para ofrecer su arte en la mejor manera posible, algo que los fans de los juegos visualmente alternativos lo van a agradecer mucho. Y aunque parezca que no, en las zonas apartadas de Jirga Para Lhao donde el caos reina y el estilo artístico es más atrevido, se notan los detalles visuales y el arte que parece sacado de una reencarnación de Dalí.
La música sigue siendo de lo mejor del juego, y plasma muy bien cada una de las tres zonas principales del juego, algo vital, y la variedad en el resto de escenarios cuadran perfectamente. Resulta casi obligatorio jugar con los auriculares conectados a la tele o al mando, porque es una sensación diferente jugar al juego sin música, y no es una sensación muy buena. El primer 'Gravity Rush' tenía una ambientación mezcla de Francia y Japón preciosa y se agradece mucho que en esta secuela haya decidido ir por el mismo camino y no se hayan olvidado que hacía del primero una obra destacable pese a no tener las mejores mecánicas del mundo.
Como fan del primer juego que esperaba la secuela, puedo decir que ha merecido la espera de cuatro años. Hay elementos que pulir y de las novedades interesantes se abusa mucho y las mejoras son mínimas en ocasiones, pero es una secuela bien hecha al fin y al cabo que no ha perdido ni un ápice de lo que hizo al primero una obra casi de culto. Pero es difícil recomendarlo al público más grande y general, porque sigue siendo un juego de nicho con un alto valor de producción y muy arriesgado que no a todo el mundo le puede encantar, pero sí notarán que calidad tiene pese a su su cúmulo de pequeños fallos.
Lo mejor:
Mucho contenido de notable calidad. Las misiones secundarias no dejan de sorprender. Combates más viables y variados.
Lo peor:
Colisión de ideas que no se mezclan bien. Demasiados elementos que atosigan al jugador. Muchas misiones de ir hacia el otro extremo del mapa, y con recompensas nimias. Inicio muy lento.