Hablar de Kratos, hablar de 'God of War', es hacerlo de una franquicia que supuso un antes y un después en la historia de PlayStation. Ya son muchas las generaciones de jugadores y jugadoras que han crecido junto a él, acompañándolo y ayudándolo a aplacar su ira. Con el salto al universo de la mitología nórdica, la franquicia vivió un punto de inflexión en todos los aspectos imaginables, a nivel jugable, narrativo, técnico (gracias a la ayuda de PS4 y PS5) alcanzando su máximo apogeo en su última entrega: 'God of War: Ragnarok'. Una buena muestra de ese nivel de excelencia alcanzado por la serie son los numerosos premios recibidos en la última edición de los The Game Awards'.
'God of War: Ragnarok' salió a la venta, en exclusiva para PalyStation 4 y PlayStation 5, el pasado 9 de noviembre. En este periodo de tiempo hemos podido acompañar a Kratos y Atreus en un viaje épico, una aventura repleta de acción, con grandes dosis de emoción y con la sombra del temido Ragnarok pisándonos los talones a cada paso. Y es que después de arrasar el Olimpo, son las deidades nórdicas quienes parecen decididas a conseguir que el Fantasma de Esparta recupere viejas costumbres. Puedo adelantaros que estamos ante uno de los mejores videojuegos no sólo de este año, sino de lo que llevamos de generación, uno de esos juegos que nadie puede pasar por alto. Os invito a que me acompañéis a lo largo de estas líneas para descubrir el porqué.
Redescubriendo la mitología nórdica y las relaciones personales
Pese a que ya han pasado bastantes semanas desde el lanzamiento del videojuego, vamos a evitar los spoilers relacionados con la trama principal de 'God of War: Ragnarok'. Obviamente, los acontecimientos toman como punto de partida el final de la entrega anterior, con la visita a Jötunheim y el impacto que esta tiene sobre Kratos y Atreus. Nos encontramos delante de un mundo muy diferente al que vimos en la anterior ocasión, donde las relaciones entre han cambiado entre muchos de los personajes que forman parte de la trama, y en dónde algunos que gozaban de una presencia menor han visto significativamente aumentado su protagonismo con un rol mucho más preponderante en la historia.
Un claro ejemplo de esto que comento es el mismísimo Odín en su papel de antagonista. Los que jugasteis a 'God of War' en su momento sabéis que estaba muy presente, pero lo estaba presente de una forma más etérea, mientras que ahora su presencia, su influencia, será mucho más palpable y reconocible. También veremos que más deidades que habitan Asgard y otros reinos, algunos de los cuáles ya hemos escuchado hablar de ellos anteriormente, o incluso los hemos conocido, vuelven a hacer acto de presencia. Sinceramente, estamos ante una historia que te atrapa, con giros de guión y momentos espectaculares que te pegan al sillón y te hacen jugar una hora tras otra.
Aunque sí hay un recurso narrativo que nos ayuda a sumergirnos en mayor profundidad en las leyendas que rodean a todos estos dioses y seres mitológicos son las conversaciones que van manteniendo los distintos actores a medida que descubrimos los secretos que se esconden en lugares como Midgard. Personajes como Mímir (durante los paseos en barca o las excursiones en trineo) nos aportan un mayor contexto histórico, que nos ayuda a entender mejor todo lo que sucedió en aquellas tierras antes de la llegada de nuestro particular dios de la guerra. Aunque otra serie de acompañantes que tenemos a lo largo de la aventura también nos aportará grandes dotes de sapiencia que iluminarán nuestro camino. Por ejemplo, para descubrir más cosas sobre la relación de Freya y Odín.
Personalmente, uno de los aspectos que más disfruto del reinicio sufrido por 'God of War' desde el salto a PS4 es el espectacular salto adelante en la parcela narrativa. La saga siempre se ha caracterizado por un tono claramente adulto, donde las reacciones más viscerales de su protagonista se imponían constantemente a la lógica y, en muchos casos a la razón. Sin embargo, el tratamiento que se le había dado hasta el rediseño era bastante superficial, pese a contar con un gran trasfondo y una espectacular ambientación. Todo eso quedo atrás, ahora hemos tenido la posibilidad de convivir con un Kratos mucho más humano, un Kratos que busca cambiar y no quiere repetir los errores del pasado, que se revela contra el futuro y trata de ser la mejor referencia posible para su hijo Atreus. Aunque en ocasiones desata su lado más salvaje (si la ocasión lo requiere).
Precisamente el papel de Atreus es clave, no sólo en el desarrollo y la transformación del propio Kratos, sino que por sí mismo es un personaje lleno de inquietudes, aristas, dudas, etc. Muchas de ellas son propias de un joven de su edad, pero otras surgen de su propia naturaleza, de cómo se enfrenta al mundo junto a su padre, de su ímpetu en buscar respuestas y soluciones a los dilemas que se le plantean. La verdad, resulta bastante gratificante ver como la relación entre padre e hijo va evolucionando y cambiando a medida que la trama principal avanza, pero merece la pena destacar el modo en el que ambos protagonistas se acercan durante el desarrollo y el trascurso de las misiones secundarias. Allí suelen aflorar más sus sentimientos, inquietudes, etcétera.
Además, el desenlace del juego nos acaba abriendo un nuevo escenario para el futuro de la franquicia, el cuál presenta un amplio abanico de opciones para seguir profundizando en el universo de 'God of War', así como en las futuras vivencias de sus protagonistas.
El resurgir del arte de la guerra
La jugabilidad ha sido, y sigue siendo, una parte fundamental de la esencia de 'God of War', especialmente cuando hablamos del sistema de combate. Con el salto a PS4 este cambio, paso a ser algo más lento por momentos, pero manteniendo una amplísima variedad de movimientos, así como toda su espectacularidad y violencia (que inclusive subió de nivel). En esta secuela se mantiene ese listón, disfrutando como enanos (un saludo especial para Sindri y Brok) cada uno de los enfrentamientos que tenemos y cada una de las ejecuciones que nuestro antiguo dios de la guerra realiza.
Toda esta faceta viene acompañada por unos toques de juego de rol que permiten adaptar la experiencia de juego al estilo de combate de cada jugador. Esto es debido a que con la experiencia que vamos consiguiendo, así como los recursos, podemos mejorar nuestras piezas de equipo (armas y armadura) para conseguir una mejor defensa, un mayor ataque, un efecto más duradero de los poderes rúnicos, etc. Del mismo modo, podremos ir adquiriendo nuevas habilidades que nos permite ejecutar nuevos combos y movimientos con un arma determinada. Al mismo tiempo, al utilizar esas habilidades en combate asiduamente también tendremos la posibilidad de potenciarlas.
Pero aquí no acaba la cosa. Desde un buen principio podremos ver como se añade un punto de estrategia y táctica a los combates, algo que les aporta una gran variedad. Por ejemplo, algunos enemigos nos obligarán a hacer un mayor uso de las Espadas del Caos para impartirles daño de fuego; otros nos harán recurrir al poder de congelación del Hacha Leviatán; en otras ocasiones deberemos recurrir a utilizar nuestro escudo como arma, y alguna que otra sorpresa más que no vamos a desvelar en este texto.
No obstante, si tengo que ponerle un pero a los combates es que tanto las animaciones correspondientes a las ejecuciones, así como los movimientos que realizan los enemigos que nos encontramos, acostumbran a ser bastante repetitivos. Por ejemplo, si luchamos contra dos elfos oscuros a la vez y los ejecutamos, veremos como Kratos pone en práctica el mismo movimiento para acabar con ellos. Además, especialmente cuando nos midamos con enemigos secundarios como pueden los berserkers que encontraremos repartidos por los distintos mundos.
Un universo con limitaciones
Si bien jugablemente 'God of War: Ragnarok' es una propuesta que se disfruta desde el primer momento, esto no quita que tenga alguna que otra sombra y, bajo mi punto de vista, este es su mundo abierto. En este aspecto no puedo quitarme de encima la sensación de que estamos ante un juego con ese sabor a propuesta clásica, conservadora, ya que difícilmente nos sorprenderá. Pese a tener libertad de movimiento, los escenarios están muy delimitados, y no podemos salirnos de senderos claramente establecidos, en ocasiones porque no tendremos el equipo necesario en ese momento, pero muchas veces porque simplemente no tenemos esa posibilidad.
Las actividades que nos encontramos en los distritos escenarios, más allá de alguna que otra misión secundaria con cierto contenido, son totalmente monótonas y se basan en abrir cofres, resolver pequeños puzles, matar a determinados enemigos, recolectar coleccionables repartidos por el mundo (los ojos de Odín, los pilares con escrituras...) son una muestra de ello. A su vez, los objetos que podemos recolectar son básicamente materiales para mejorar las armas, plata y rocas para restaurar la salud o la ira. Por si fuera poco, cuando nos movemos entre mundos estamos obligado a cruzar los portales que sirven como puntos de carga al juego, haciéndonos esperar (más, o menos) en función del hardware que utilicemos.
La verdad es que, habiendo vista actualmente mundos abiertos realmente espectaculares, hay muchos momentos en los que esta propuesta a medio camino nos sabe a poco. Más todavía cuando encontramos una buena variedad de entornos y situaciones con escenarios muy variados a nivel de ambientación y diseño pero que no acaban de tener una traslación directa al apartado jugable.
Pese a todo, lo que sí recomiendo encarecidamente es realizar el contenido secundario relacionado con las lápidas de los berserkers y los desafíos del Crisol, ya que nos brindan algunas de las batallas más espectaculares, desafiantes y gratificantes de esta nueva entrega.
Un acabado técnico divino
En lo que refiere al apartado audiovisual, 'God of War: Ragnarok' es un videojuego realmente espectacular, una de esas obras que consigue dejarte boquiabierto con distintos escenarios que visitamos: los efectos de partículas, el sistema de iluminación, la paleta de colores... Todos estos elementos conviven en gran armonía brindando al jugar una experiencia tremendamente gratificante.
El modelado de los personajes cuenta con todo lujo de detalles, propios de la superproducción que tenemos entre manos, donde personalmente destaco la gran sintonía que encontramos entre las animaciones y el doblaje al castellano. De hecho, estamos ante un juego donde las voces en nuestro idioma me atreverían a decir que a nivel de calidad están incluso por encima del trabajo original en inglés.
Al mismo tiempo, la música y los recursos sonoros que utilizan durante los momentos de mayor carga narrativa consiguen trasmitir al jugador todas esas emociones vinculadas a los momentos de tristeza, felicidad, sorpresa y dudas de nuestros protagonistas. Además, los efectos de sonido durante las situaciones de combate logran trasladarte al centro de la acción, aportándote ese plus de tensión, emoción y garra que puedes necesitar en alguna de las batallas. Escuchar el ruido de las cadenas y las Espadas del Caos destrozando enemigos sigue siendo un placer para los sentidos muy difícil de superar.
Conclusiones
'God of War: Ragnarok' era uno de los títulos más esperados de 2022, y los usuarios de PlayStation pueden estar realmente contentos con el trabajo de Santa Monicaya que estamos ante un juego que nos brindará decenas de horas de diversión y entretenimiento (en mi caso he necesitado 59 horas para completarlo al 100%). Con una historia que consigue atraparte desde el primer momento, con situaciones inesperadas que nos sorprenden y nos mantienen enganchados al mando, sumado a un gameplay muy variado y versátil (especialmente en temas de combate) que nos permiten disfrutar de cada combate por pequeño que sea. Aunque al mismo tiempo, la propuesta sigue arrastrando una serie de debilidades que tienen que ver con elementos como la exploración, los elementos RPG, el tipo de contenido secundario para hacer, etc.
Personalmente, me queda la sensación de que estamos delante de un juego que podría haber sido mucho más grande, mucho más redondo, ya que por momentos es imposible no tener la sensación de que estamos jugando el mismo juego que en 2018, ya que la base es la misma. ¿Es esto malo? No. Estamos hablando de un juego que ya era excelente, una de las banderas de PS4 y un título aclamado por los jugadores y la prensa. No obstante, personalmente si me hubiese gustado ver una evolución más profunda siguiendo esa misma línea.
Dicho esto, 'God of War: Ragnarok' es una obra indispensable que debe formar parte de la biblioteca de cualquier persona que tenga pasión por los videojuegos, ya que se nota claramente que sus creadores comparten esa misma pasión.