El género de la caza siempre ha sido uno altamente particular, presa de sus mecánicas y con un breve espacio para crecer. Capcom lo conquistaba, hace ya más de una década, con 'Monster Hunter' para abrir la veda a una serie de obras que seguían sus pasos intentando ofrecer todo lo que la franquicia de los japoneses se dejaba en el tintero.
De entre todos ellos Bandai Namco destacaba con 'God Eater'. Una entrega que cambiaba las tornas para ofrecer un apartado narrativo con mayor peso y una tendencia a convertir a la caza en algo más que enfrentamientos con grandes criaturas. Ahora, cerca de cumplir también su primera década de vida 'God Eater 3' llega para reformular todo lo que proponía esa pequeña entrega. De las cenizas surge una nueva generación de dioses.
Un cambio de enfoque
Hasta ahora 'God Eater' siempre había arrastrado la idea del fin. La llegada de los Aragami se convertía prácticamente en la extinción del ser humano y la caza, en sus confines, se tornaba en un contexto opuesto al que estamos acostumbrados a observar. Así los God Eater se consideraban como los únicos capaces de salvarlos. El as de la humanidad frente a un depredador insaciable que amenazaba con acabar con las brasas de los remanentes de su existencia.
Sin embargo, 'God Eater 3' convierte su escenario en algo incluso menos ominoso. Se entiende que nos encontramos ante los últimos días de la humanidad. Hay un aire de desesperación, de rendición. La aparición de los Cenizales ha arrasado prácticamente la superficie terrestre, los humanos que resisten contra ellos se han retirado en refugios subterráneos y Fenrir, antaño bastión y luz de la esperanza, es ahora un punto perdido entre los nuevos enemigos, los Aragami de ceniza.
Así incluso los God Eaters, a los que ahora se añaden los GEA (God Eaters Adaptativos) han sido destituidos y cuando nos ponemos en la piel de nuestro avatar nos encontramos maniatados y obligados a servir como arma. Su núcleo argumental, en ese sentido, tiene cierta reminiscencia a 'Persona 5' en ese sentimiento pírrico en el que, aunque ganemos, todo parece perdido. Con esas, el camino a seguir toma un cariz especialmente más personal: la lucha por la libertad.
Y es que 'God Eater 3' no da la vuelta a sus conceptos, pero si sabe jugar con ellos para ofrecer una nueva versión del RPG oriental. Su argumento parece querer centrarse más en un punto personal que no apuntar al clásico papel del héroe. Sus personajes vuelven a pasar por los clichés más anime y su historia, en términos generales, no deja de pasar los mismos puntos idealistas de siempre. Pero se entiende, de nuevo, un enfoque más personal. Centrado no en cambiar el mundo, sino en nuestros propios objetivos y en esa búsqueda de la libertad para los GEA antes de un bien común.
Un vista nostálgica
Las mecánicas con las que debemos enfrentar este nuevo escenario, por desgracia, son las habituales. Es innegable el arco que ha trazado la obra desde su primera incursión en PSP, pero incluso así, 'God Eater 3' vuelve a sentirse como un "más de lo mismo". No es algo negativo per se, porque arrastra el núcleo jugable con el que ha contado siempre la franquicia y consigue sentirse fresco sin perder un ápice de lo que la diferencia de otras entregas con objetivos similares. Pero la idea sigue siendo recursiva y todo se resuelve de la misma forma: saliendo al campo de batalla a cazar Aragamis.
Por supuesto, el juego cuenta con más factores. Tendremos unas amplias capacidades de gestión y administración en la base que irán mucho más allá de equipar objetos y armas. También podremos fabricarlas y mejorarlas, equipar un amplio arsenal de nuevas habilidades, crear nuevas balas, trazar vínculos con nuestros compañeros o mejorar las habilidades de los mismos. Pero sigue siendo parte de una estructura cíclica que raya en la repetición.
Mientras avanzamos con nuestra caravana (y realizando misiones para nuestro Puerto antes de ello) deberemos prepararnos para realizar ciertas misiones para hacer avanzar su historia. Sin embargo, las mismas siempre nos llevarán a uno de los múltiples escenarios del juego —que, pese a su diversidad, se repiten constantemente— donde deberemos acabar con una presa y regresar al punto inicial una vez más para reabastecernos y preparar la siguiente salida.
Es una estructura habitual, tanto en la saga como en el género que representa pero incluso dentro de esta recursividad 'God Eater 3' consigue adaptarse con cierta gracia, incluyendo fragmentos argumentales con buen ritmo y ofreciendo conversaciones y cambios constantemente de manera que siempre tengamos un punto y aparte antes de lanzarnos a por una nueva misión. Queda lejos de la fluidez de 'Monster Hunter World' y repite errores como el mantener conversaciones dentro de la batalla, cuando el jugador no puede prestar atención, pero incluso bajo esa manta de repetición consigue mantenerse atractivo.
Algo a lo que el título suma novedades como las misiones de asalto. Competencias online que aumentan su habitual límite de jugadores a un máximo de ocho y que nos llevarán a enfrentarnos a Aragami de ceniza. Así el juego obliga a primar la estrategia y la colaboración por encima del frenesí de ataques, haciendo de la colaboración mútua un punto único para superar sus desafíos multijugador.
Malditos Aragami
Su sistema de combate también es apto para nostálgicos. Y es que 'God Eater 3' lleva consigo mucho de sus anteriores entregas, manteniendo ese ideario tan original con el que irrumpía en el medio pero con un ligero lavado de cara pensado para que incluso los jugadores más veteranos se encuentren con cierto punto de incomodidad y deban repasar los conceptos a la hora de derrotar a las temibles bestias que encontraremos.
Contaremos con una gran diversidad de armas. Desde los clásicos espadones y martillos hasta lunas pesadas, guadañas y filos mordedores. Cada una de ellas con sus propias especificaciones y mecánicas, así como habilidades exclusivas y transformaciones que deberemos combinar con el uso de su forma de rifle para atacar a distancia y la de escudo para protegernos de los ataques de los Aragami.
Por supuesto, nuestras armas celestiales siguen contando con la posibilidad de devorar al enemigo. Una particularidad que da nombre a la obra y que, además, ahora nos permitirá entrar en Modo Ira, propiciando ataques más potentes sobre nuestras presas y aumentando la urgencia de combinar golpes y devoraciones. A ello se suman novedades como los sistemas de vínculo propio de los God Eater Adaptativos, que nos permitirán conectar con compañeros para mejorar nuestras estadísticas por tiempo limitado.
En término generales su sistema de combate sigue portando consigo el sello de su originalidad. Cuenta con algunos añadidos y arreglos —además de una portentosa banda sonora para aderezar los encuentros— pero sigue manteniendo su esencia casi de forma completa. Un punto que también se extiende a sus enemigos. Y es que las mecánicas no van mucho más allá de explotar sus debilidades elementales, romper sus partes y darles caza.
Sus enfrentamientos son más fluidos y potenciales que nunca, pero el juego mantiene una importante falta de profundidad en sus enemigos. Un factor que pierde parte de su épica, llevándonos a cazar un Aragami tras otro sin conocer jamás detalles sobre la criatura o tener la más mínima posibilidad de rastrearla o conocer sus patrones. Así las batallas se reducen siempre a la más simple fórmula de la caza, sin más incentivos que las recompensas ofrecidas por completar la misión.
Resurgiendo de sus cenizas
Bandai Namco rescata a 'God Eater' de sus cenizas para traernos una nueva dosis de su caza de estilo anime con más fuerza que nunca. Incluso así, siendo la primera entrega nativa de esta nueva generación se podría esperar algo más de su fórmula, especialmente en lo que a fluidez se refiere. La caza sigue reducida a su menor exponente, sin destacar especialmente a sus enemigos o contando con más opciones que pasar de la base de operaciones al campo de batalla.
Incluso así 'God Eater 3' se propone como la mejor de las experiencias que nos ha ofrecido hasta ahora la franquicia de Shift. Las inclusiones jugables sirven para renovar unas mecánicas que siempre se han destacado por su originalidad mientras que las constantes actualizaciones gratuitas que ha anunciado la propia Bandai Namco son una garantía del crecimiento del título.
Con todo, es su enfoque el que consigue dar un nuevo aspecto a 'God Eater 3'. Una que se propone como su entrega más humana y personal, manteniendo ciertos tonos idealistas que respiran un notable aire shonen pero que compensan la trayectoria cíclica del juego y, junto a su enorme abanico de opciones, consiguen diferenciarlo del resto de entregas sin perder su punto de vista nostálgico. Una entrega que no será considerada, quizás, como definitiva, pero que va mucho más allá para proponer una nueva visión de la saga sobre sus mismas bases.