Hay series anime clásicas con las que es difícil ser cruel. Podemos bromear sobre lo mal que pueden haber envejecido y cómo no encajan con los estándares del público actual, pero siempre se pueden salvar por la cláusula del abuelo: hay que perdonarlas porque son de otra época con otros ideales. Quizás por eso siempre había observado 'Hokuto no Ken' como una reliquia de todo lo que se admiraba del medio japonés en la década de los ochenta. Los exagerados músculos, las escenas de acción absurdas, la temática postapocalíptica...
Incluso sin haber accedido nunca en profundidad a la historia original estaba ilusionado por el estreno de 'Fist of the North Star: Lost Paradise'. La razón es sencilla, y es que en vez de convertir el juego en un musou como sería tremendamente sencillo, los encargados de dar vida a la franquicia serían ni más ni menos que el fantástico Yakuza Studio. ¿Era capaz la desarrolladora de lograr que la saga transmita lo que una vez logró treinta y cinco años más tarde?
Yuria para siempre
La trama de 'Fist of the North Star: Lost Paradise' nos lleva al final de su primera saga, donde nos enfrentamos directamente en el prólogo a uno de los enemigos más peligrosos a los que jamás se haya enfrentado nuestro protagonista. Kenshiro, un maestro de las artes marciales extremas, llega al castillo del villano que secuestró a su mujer en el pasado, Yuria, y completa su venganza sólo para descubrir que ella ya no se encuentra allí. La historia en el material original toma las riendas hacia una dirección concreta, pero en el videojuego decide desviarse para entregar su propia línea temporal.
El juego toma su propia narrativa y personajes para contar un escenario absolutamente diferente a lo que podíamos esperar de la franquicia. Podemos encontrar algunos momentos y combates extraídos del anime que sucederían mucho más adelante en su historia, pero indiferentemente de ello la historia es absolutamente diferente. Y el juego se beneficia de esta libertad para mantenernos en suspense el máximo tiempo posible, llevarnos por la senda de la exploración por el desierto e incluso ofrecer algo de fanservice a los fans con combates míticos que pueden ser revividos desde una nueva perspectiva.
La primera clave es que incluso siendo fieles a la historia original no se toman demasiado en serio sus conceptos. 'Hokuto no Ken' será una licencia mítica para muchos, pero en la época actual es sobre todo conocida por las diferentes bromas de Internet que surgen a su alrededor, como las frases You are already dead o You have three seconds left. Los desarrolladores usan esta clase de momentos para otorgar cierto humor exagerado en los combates y la narrativa, donde enemigos explotan con sólo mirarnos a los ojos y coleccionamos sus gritos de súplica cuando se dan cuenta del terrible error que han cometido por cruzarse en nuestro camino.
Aun así la historia no sale favorecida. Quizás por el fanservice o tal vez por una falta de guión sólido, pero en cualquiera de ambos casos la narrativa parece guiarse puramente por una lista de objetivos que deben cumplirse para ser fieles al material original. Haremos de recaderos de forma constante para que la historia avance a un ritmo muy lento, con la promesa de que alcanzaremos una conclusión distante satisfactoria. Por desgracia, los agujeros de guión no nos permitirán disfrutar mucho de lo que nos quieren contar, y la conclusión acaba cayendo por su propio peso casi sin valor.
¿Dios o demonio?
Lo cierto es que casi podemos ignorar la narrativa de 'Fist of the North Star: Lost Paradise' para centrarnos en la razón por la que muchos acudimos, y es su mundo y el conflicto que presentan. Kenshiro atraviesa una tierra devastada por la guerra nuclear donde ya nada parece crecer, la injusticia se expande con los villanos que han decidido que la Tierra es suya y el agua o la gasolina son recursos de extremo valor. Las comparaciones con 'Mad Max' son muy difíciles, especialmente cuando se nos da la oportunidad de atravesar el desierto con nuestro coche y participar en peligrosas carreras mortales a modo de minijuego.
La distribución de todo lo que podemos hacer es magnífica. Durante toda una treintena de horas no dejaremos de sorprendernos con la gran multitud de tareas que tenemos para completar en el mundo devastado que rodea la ciudad de Edén, donde pasaremos la mayor parte del tiempo. Tenemos por delante ochenta misiones secundarias, carreras, exploración del territorio con mejoras para nuestro vehículo, descubrir máquinas arcade para coleccionar, batear enemigos en motos... Incluso podemos buscar música para nuestro buggie de otras licencias de Sega, aunque puede ser muy difícil y frustrante lograr una sola nueva canción.
Estas tareas secundarias en el mundo abierto se suman a las que podemos hallar en la ciudad, las cuales nos llevan a hacer de camarero en un bar, tratar los problemas médicos de los ciudadanos con retos rítmicos, arriesgar nuestras ganancias en el casino, regentar un club cabaret y preparar a las chicas para que otorguen buena compañía a los clientes... Son muchas y muy variadas tareas, a lo que hay que sumar el coliseo donde podemos luchar indiscriminadamente contra grandes hordas de enemigos o repetir combates contra jefes finales en dificultades mayores. En total tenemos a nuestra disposición entre veinte y treinta horas sólo para completar la historia, y ya con todo desbloqueado el juego se puede alargar perfectamente entre sesenta y ochenta horas de diversión. Aunque hay un precio que pagar al respecto: las similitudes a 'Yakuza'.
El punto de presión secreto
Claro que es difícil no comparar la fantástica franquicia de 'Yakuza Studio' con 'Fist of the North Star: Lost Paradise' cuando comparten el mismo motor gráfico y estudio de desarrollo, pero es difícil pasar por alto los detalles. Algunos minijuegos están directamente extraídos de 'Yakuza 0', e incluso se llegan a reciclar animaciones y ataques de los enemigos del susodicho título. Quienes hayan disfrutado de ese fantástico título no podrán quitarse la sensación de que están jugando a lo mismo otra vez, y no en un buen sentido.
Al menos queda el combate por delante, el cual debería tratarse de una versión evolucionada del ya mencionado título... Pero se queda muy por detrás. En vez de contar con varios estilos de combate nos limitamos a sólo uno, el cual se caracteriza por los ataques especiales y contraataques del estilo de combate Hokudo. Hacemos explotar enemigos, golpeamos con fuerza y nos enfrentamos a decenas de rivales al mismo tiempo que desean exterminarnos. Por desgracia el número de enemigos nos puede poner en situaciones algo injustas en ocasiones, provocándonos daños constantes y sin otorgarnos una oportunidad para levantarnos y devolverles los golpes adecuadamente. El hecho de no contar con estilos alternativos nos obliga a luchar con sólo una estrategia, y aunque funciona de cara a los jefes finales no termina de combinar bien con los ejércitos enemigos que se nos pueden cruzar en nuestro camino.
El título intenta darnos algo de ventaja convirtiendo las batallas en un RPG de acción en el que nuestro nivel y el de nuestros enemigos remarcan nuestras posibilidades de victoria, así como nuestro equipo, pero en líneas generales podemos asegurar que de RPG no tiene nada. Equiparnos con mejor equipo puede ser determinante, pero subir de nivel sólo servirá para mejorar nuestras técnicas como lo haría en 'Yakuza'. Nos puede imponer lo altos que pueden ser los niveles de algunos rivales, pero realmente no significan nada a la hora de la verdad, especialmente cuando muchas de nuestras habilidades vienen remarcadas por mejoras que obtenemos en otros minijuegos indiferentemente de nuestro nivel.
Conclusiones
'Fist of the North Star: Lost Paradise' es mejor adaptación de lo que solemos ver en el medio, pero no es lo que muchos esperarían. La cantidad de recursos que recicla de la saga 'Yakuza' acaban pasándole factura, y aunque nos puedan ofrecer horas y horas de diferentes clases de diversiones al final su elemento principal, el combate, se queda corto y poco desarrollado. Al menos nos reiremos y emocionaremos cada vez que logremos hacer explotar a un enemigo por primera vez con una nueva técnica, y el cómo de poco serio se toma a sí mismo juega a favor de Kenshiro.