Acercarse a 'Final Fantasy XII' para hablar de él no es nunca una tarea fácil, mucho menos diez años después de su lanzamiento para PlayStation 2. Se trata de uno de los títulos de Square Enix más infravalorados de su historia, a la vez que uno de los más admirados por su apuesta diferente a la temática habitual a la que nos tenían acostumbrados. No dejó a nadie indiferente en su momento, y se le considera en gran medida la oveja negra de la franquicia junto con 'Final Fantasy XIII'.
Ahora podemos ver desde la distancia lo que provocó tanto en público como en crítica y reflexionar sobre ello. La oportunidad se nos brinda como perfecta, ya que la compañía ha puesto todo su sudor y esfuerzo en mejorar la experiencia en todos los aspectos que se les ha podido ocurrir y nos ofrecen una remasterización a la altura para PlayStation 4 con el sobrenombre de 'Final Fantasy XII: The Zodiac Age'.
La ambición de un imperio
Cuando el juego vio la luz originalmente en 2006 fue destacado como un proyecto ambicioso que superaba las barreras tecnológicas de todo lo que se había visto de forma previa en la sexta generación de videoconsolas. El mundo de Ivalice, rescatado de 'Final Fantasy Tactics Advance', se veía como un gigantesco terreno de posibilidades con gráficos sobrecargardos y detallistas, con una inteligencia artificial destacada y de alta calidad para cada uno de sus personajes, y un diseño de cada mapeado sumamente medido y apurado al extremo.
La historia también apuntaba maneras, pues pretendía retomar algunos puntos de la franquicia como la importancia de los cristales mientras que cambiaba radicalmente otros. Esta se centra en un imperio que en su ambición declara la guerra a múltiples reinos y los conquista mediante traiciones, batallas sangrientas y jugadas políticas rastreras. Sólo un grupo de aventureros puede hacer frente a las injusticias que se están dando ayudando a una princesa a reclamar su trono y luchar así contra fuerzas divinas que aún desconocen.
Es un argumento prometedor que se dirige directamente hacia el público occidental, con claros rasgos de influencias como 'Star Wars'. Su problema es que decide centrar el protagonismo en el personaje que menos relevancia tiene en el grupo, o que más bien no tiene razón para permanecer en él. Los puntos de interés se pierden en la distancia a medida que avanzamos por culpa de tener que vivirlo desde un personaje que no está enterado de lo que sucede; se trata de intentar repetir el movimiento maestro que fue la narrativa de 'Final Fantasy X', pero no acierta al no obtener ni el interés del público ni un personaje principal lo suficientemente carismático.
Adelantado a su tiempo
Aunque la opinión del argumento no haya cambiado con el tiempo, lo que sí lo ha hecho es el sistema de combate en los RPG. 'Final Fantasy XII' rompía maneras y proponía salirse del combate por turnos para adentrarse en un tipo de batalla diferente a tiempo real, donde lo importante es la configuración de la inteligencia artificial de nuestros acompañantes y la capacidad para adaptarnos al combate y las situaciones propuestas.
En su momento este tipo de batallas no fue bien recibida por muchos por el abandono del combate por turnos tradicional, pero con el tiempo el género ha ido asentándose y dejando paso a este tipo de propuestas. La clave del sistema no está en elegir las acciones una por una, sino en dejar que los personajes se expresen mediante las órdenes que les equipamos para que se muevan en una u otra dirección al comenzar cada combate. Esto hace que cada vez que nos detengamos a luchar sea de forma natural, rápida y automática, sumergiendo así la experiencia del mundo y la exploración con la de las peleas. Se trata de un sistema muy acertado y que encaja mejor con el género a día de hoy que hace diez años.
En 'The Zodiac Age' esto se mejora. En la versión original los personajes eran bastante rígidos con cómo evolucionaban y qué acción podían ejecutar en combate, pero el cambio de añadir trabajos en los que especializar a nuestros protagonistas permite un grado de personalización que lleva a experimentar cada partida de forma más personal y flexible para nuestras necesidades y comprensión de la diversión. Además de ello permite que con un botón los combates puedan ir al doble o cuádruple de la velocidad habitual, acabando con la sensación de aburrimiento que algunos pudieran sentir por dejar que fuera la inteligencia artificial la que luchara en vez de nosotros.
La redención de un clásico
'Final Fantasy XII: The Zodiac Age' quiere convencer a su público de que el videojuego original fue incomprendido por muchos, y es por ello por lo que centra sus cambios como remasterización en puntos diferentes a los habituales de otros juegos que se actualizan.
La mejora visual es algo que se da por sentado, pero no se trata de un aumento considerable o significativo como ha sucedido como con otros juegos de PS2: la capacidad gráfica del título de diez años atrás sacaba al máximo el partido de la máquina, y extrañamente encaja sin problemas en nuestra generación actual. No se nota viejo o anticuado excepto cuando se trata de retomar las escenas de vídeo de gráficos superiores, que en su momento eran rompedoras pero ahora hace patentes sus canas con suma facilidad.
Además de esto, la compañía ha escuchado a los fans y ha agregado un pequeño detalle que se agradece a gritos, y es la inclusión del autoguardado. El juego continua pidiendo que guardemos la partida en cristales cuando se presente la ocasión, pero al pasar de una zona a otra del mapa la partida se guardará de forma inmediata entre los muy cortos tiempos de carga que hay. Esto significa que en caso de perder un combate inesperado, apagarse la consola por accidente o sencillamente aburrirnos podremos continuar desde donde estábamos sin perder horas de juego por error. Y doy gracias por ello.
El mayor agregado llega en el menú principal y es algo totalmente novedoso para la duodécima entrega de la saga: se trata del Modo Desafío, un tipo de batalla que nos invita a volver a enfrentarnos a enemigos y jefes que aparecen durante la historia en una sucesión de cien combates, con la opción de guardar entre medias cada diez de estas batallas. No podemos obtener experiencia de estas pruebas, pero sí puntos de habilidad y objetos que podemos recoger (o robar) del escenario. Es un modo de juego intenso y de sumo interés al que el redactor se encuentra volviendo muy a menudo, y que a aquellos que superen su último reto obtendrán el premio definitivo: el modo de dificultad más difícil de todo 'Final Fantasy XII'. Aquellos que deseen una experiencia que les haga sudar y llorar podrán vivirla con esto.
Conclusiones
Echo de menos algunas cosas en el título. Como título remasterizado hubiese sido de agradecer algo más de contenido como la secuela de Nintendo DS adaptada para justificar la compra, ya que hemos sido acostumbrados a que esta clase de títulos vengan en paquetes de dos o más juegos. Pero indiferentemente de ello, consigue ponerse a la altura como remasterización de honor gracias a todas sus mejores, gráficos actualizados y una banda sonora que ha sido reorquestada para escucharse en todo su esplendor.
'Final Fantasy XII: The Zodiac Age' llega con el objetivo de que la gente eche la mirada atrás y aprecie el que fue uno de los videojuegos más ambiciosos de la historia de Square Enix. Lo hace en un buen momento para reflexionar acerca de la evolución de la saga y su modo de adaptarse a los tiempos que corren. Los extras y cambios que introduce son lo suficientemente buenos como para considerar otorgar esa segunda oportunidad si no quedaste convencido en su momento de que, cuando quiere, Square Enix puede hacer auténtica magia.