El 31 de Agosto 2020 | 20:30
Llegué tarde a 'Final Fantasy XIV'; como a casi todo lo que resulta mínimamente relevante en el medio. Mientras los Warriors of Darkness desembarcaban en Eorzea y los ecos de la Dragonsong War seguían muy presentes entre quienes regentaban Ishgard yo comenzaba a dar mis primeros y torpes pasos como Conjurer en Gridania, lanzando conjuros contra ardillas, preguntándome si el MMO tendría mucho más que ofrecer que la licencia de la franquicia.
No imaginaba, en ese momento, que años después ese mismo MMO despediría una expansión con el suficiente impacto emocional como para dejarme parado frente a la pantalla, con más de una (y de dos, os lo adelanto) lágrima en los ojos y una pequeña crisis existencial al ver finalizar sus últimas cinemáticas. No es el hype lo que habla, sino el resultado del trabajo del equipo al cargo de 'Final Fantasy XIV: Shadowbringers' al mando de lo que supone, no solo el broche final al más reciente capítulo de su historia, sino también una de sus iteraciones más poderosas y sonadas de los siete años de vida de la obra.
Soñando con un nuevo día
Y es que si 'Shadowbringers' se imponía hasta ahora con algunas de las mejores valoraciones de la franquicia 'Final Fantasy', la llegada de 'Reflections in Crystal', su tercer parche numerado y el que supone el final de su historia principal, no pretende ser menos. Con un enorme peso encima (incontables historias abiertas, relaciones interpersonales, viajes dimensionales, villanos de otras eras...), su final se atreve a cargar con todo y se presenta como una fórmula capaz de subir un nivel más en su escala.
Un parche que añade más de cinco horas de historia y que cierra cada uno de sus puntos de forma meticulosa, sin dejar nada de lado y utilizando todas y cada una de las herramientas de las que dispone el equipo de Square Enix para coronar una expansión que, de nuevo, ya había logrado reinventar el título tal y como lo conocíamos.
Si bien, no podemos adentrarnos en su desarrollo narrativo sin incurrir en spoilers, lo cierto es que Natsuko Ichikawa y su equipo vuelven a brillar en la forma en la que hacen bailar el equilibrio del título, jugando entre la luz y la oscuridad y dando forma y motivos a sus villanos hasta el punto de obligar al jugador a formar parte de su narrativa a través de su lograda inmersión y efecto. Sin olvidar lo que supuso el capítulo final de la expansión y el carisma de Emet-Selch, el juego hace uso de todo cuanto puede para que el espacio de Elidibus y la nostalgia que debería acompañarnos al poner el punto final pregne cada uno de los pasos que damos en el cierre.
Desde su inicio hasta su fin, 'Reflections in Crystal' se asegura de hacernos sentir que nos encontramos en el clímax y que debemos vivirlo como tal. Primero a través de una emotiva misión en solitario, después a través de la mágica 'The Heroes' Gauntlet' —una nueva dungeon que, si bien repite alguna jugada ya vista en 'Stormblood', no deja de presentarse como una experiencia interesante— y coronando con una trial secreta que se guarda más de una sorpresa bajo la manga.
Eso no es todo, por supuesto. E insisto, porque el nuevo parche pone toda la carne en el asador para que su final se convierta en algo tan emocional como arrollador. La idea del viaje, de cuanto hemos avanzado hasta este punto —algo ya presente en ese tráiler inicial de la expansión, donde revelaba los cambios del Warrior of Light— es solo uno de los matices que nos esperan en su despedida.
Más allá del final
Con todo, no solo es contenido narrativo lo que aporta esta nueva entrega. Hay contenido más allá de las misiones principales contamos con las ya citadas nuevas mazmorra y trial que, si bien no resultan un reto para gran parte de los jugadores más allá del día de lanzamiento, se siguen nutriendo con nuevas mecánicas y consiguen innovar lo suficiente —bien haciendo uso de ellas o jugando con muchas de las ya conocidas— para hacer que los enfrentamientos, en ambos casos, sean tan memorables como el capítulo lo pretende. Algo que, por supuesto, se encuentra aderezado por un apartado musical a la altura que despunta con To The Edge, el tema que nos acompaña en nuestro enfrentamiento final.
Más retadora supone la vuelta de Yoko Taro al juego. Y es que The Puppets Bunker nos traslada de lleno al mundo de 'NieR:Automata' como la segunda parte de YoRHA: Dark Apocalypse, la nueva Alliance Raid de 24 jugadores. Una que, como ya ocurría en la incursión original, no se conforma con la estética de colaboración por defecto, sino que mimetiza el juego por completo a través de la historia del director japonés, incluyendo nuevos personajes, escenas, información adicional y, por supuesto, los clásicos giros de guion a los que nos tiene acostumbrados el excéntrico director.
Acompañado de Yosuke Saito y sus composiciones, mecánicas, narrativa y melodía se dan la mano en un perfecto coro que consigue —una vez más— exprimir la capacidad de sus jugadores a través de un reto teñido del universo al que hace tributo. Taro no ha conseguido introducir mecánicas que nos obliguen a eliminar un Data Center pero... ¿recordáis el final E del primer 'Drakengard'?
No es el único reto que encontramos a lo largo del parche. Y es que en su afán por seguir evolucionando, 'Reflections in Crystal' abre la puerta también a las Unreal Trials. En esencia, versiones actualizadas de las trials clásicas a las que podemos enfrentarnos a nuestro nivel actual. Sin embargo, el único enfrentamiento disponible en estos momentos, Shiva, parece seguir sus líneas de forma demasiado literal, alargando notablemente el enfrentamiento de su versión Extreme, sin aportar demasiada novedad.
Entre el ayer y el mañana
La nostalgia es también la protagonista de otras de las implementaciones que se suman con este nuevo capítulo. Y es que el imposible 'A Realm Reborn' ha sido rebautizado para hacer de la puerta de entrada al juego algo mucho más accesible para los jugadores noveles. Además de ello, ahora algunas misiones imprescindibles se han convertido en obligatorias para no perder posibilidades a lo largo del juego o posibles conexiones narrativas con las historias que están por llegar. Sin duda, es el momento perfecto para iniciarse en el MMO.
También se hace notar entre quienes hayan superado ya la historia principal. Y es que la restauración de Ishgard (que volverá en el parche 5.31) sigue adelante y ahora el pacto entre sus habitantes y los dragones da un paso más con nuevas misiones de entregas para crafters y gatherers. Punto al que se suma una nueva opción, Trial Synthesis, que permite practicar nuestras habilidades como crafters incluso aunque no tengamos los materiales necesarios para confeccionar nuevos objetos.
No son precisamente pocas las novedades que se suman al juego con esta última iteración pero distan de ser las últimas. Su New Game+ incluye ahora todas las misiones de los jobs que hayamos obtenido hasta el momento y pronto, con su versión 5.35, nos permitirá adentrarnos una vez más en 'A Realm Reborn' con su nueva versión. Punto en el que también tendremos acceso a las nuevas misiones de Save the Queen y la adición de The Bozjan Southern Front.
Nos encontramos, sin lugar a dudas, frente al pináculo de la obra multijugador de Square Enix. Naoki Yoshida y su equipo han logrado reinventar todas y cada una de sus fórmulas, arrastrando el potencial con el que abría 'Shadowbringers' a todo su contenido final y cerrando su historia con nota alta y la inevitable sensación de que lo que llegará mañana será más notable que lo que tenemos hoy. Pero, incluso así, resulta más brillante todavía el echar la vista atrás y recordar el camino recorrido.
Lo mejor:
- El cierre de su historia, al nivel de 'Shadowbringers'.
- The Puppets' Bunker rezuma el estilo de Yoko Taro de principio a fin.
- Sus adiciones para crafters y gatherers; el juego no olvida a nadie.
Lo peor:
- Esperábamos más de la llegada de las Unreal Trials.
- Su nueva dungeon y su trial secreta no suponen un gran reto para quiénes hayan alcanzado ese punto.