Aún no estoy viejo. Me sorprende mirarme en el espejo y darme cuenta de que ya no soy un adolescente cuyas preocupaciones se limitaban al examen del martes y cómo derrotar ese dificilísimo jefe en mi nuevo juego favorito, pero tampoco puedo considerar que haya sobrepasado esa delgada línea con la que decir que soy un experimentado señor. Me pasa sobre todo al ver a jugadores de todas las edades que hablan de aquellas épocas maravillosa en los arcade, de la revolución de la NES en casa. Toda esa época es la que recuerda con añoranza 'Eternum Ex', la de dedicar decenas de monedas de veinticinco pesetas a una sola máquina.
Viví brevemente esa época, pero en un paso muy posterior de su historia. Soy perfectamente capaz de escuchar y conectar con el mensaje que este juego intenta transmitir, aunque sepa que yo no soy estrictamente su público objetivo. Pero da igual. De alguna manera meto mis monedas virtuales dentro de la Nintendo Switch y me preparo para una partida, una rápida, sólo hasta que me maten. Y vaya, he caído en un mal momento, me puedo permitir otro crédito más. Y otro.
Cuando es demasiado tarde es cuando me doy cuenta de que 'Eternum Ex' es esa época encarnada en forma de producto digital de la forma más pura y sincera que he visto en años.
Un anciano que añora la juventud
Nuestro buen protagonista, Sir Arthur, está en una posición muy distinta a la de un humilde servidor. Tras años de aventuras y de luchar contra el mal no le queda nada más que los recuerdos de su vida pasada. Pero existe esperanza aún. Ligero de ropa, sin ningún arma más que su humilde bastón y la agilidad de un buen héroe plataformero se dirige al inframundo para combatir a cinco monstruos que le otorgarán la llave a aquello que más desea: la juventud eterna.
No es de locos interpretar quién es exactamente el protagonista que manejamos, especialmente teniendo en cuenta las fuertes inspiraciones sobre las que nada 'Eternum Ex'. Quienes estén experimentados con la escena retro y los juegos arcade reconocerán al personaje y los ambientes por los que se mueve, los cuales también resuenan muy fuerte con el mensaje que intentan retransmitir los desarrolladores. El presente puede ser tan bueno y fantástico como el pasado, con nuevas aventuras que vivir y a las que volver siempre que tengamos un mando en la mano... Pero cada vez es más difícil. Los años se hacen notar, los jóvenes están interesados en sus propias guerras y para colmo te has dejado la dignidad en casa, con sólo unos trapos para tapar tu cuerpo ya decrépito.
Esta no es una historia de gloria y regresos por todo lo alto. Sir Arthur está indefenso frente a las muchas amenazas que se le presentan por delante porque el propio género arcade es igual de frácil que él. Tu bastón apenas alcanza una cortísima distancia, así que olvida cualquier estrategia ofensiva que se te cruce por la cabeza. Y defenderte es difícil, porque la cantidad de enemigos en pantalla puede llegar a ser demencial si nos andamos con ojo. Existen unas pocas clases de obstáculos que debemos analizar y evitar de forma efectiva lo más rápido posible, adaptarnos a un entorno hostil que va a perseguir nuestra aniquilación de forma constante. Y lo va a conseguir. 'Eternum Ex' no es para nada un juego fácil, por sencillas que sean sus mecánicas.
Abriendo cofres a cabezazos
Superar las fases es fácil: dominarlas, una tarea muy complicada. Debemos coger todos los cofres de cada nivel, situados por diferentes plataformas, para que el portal al próximo destino se abra y podamos proseguir nuestro viaje. Lo sencillo que parece es todo lo que es, ya que sólo existen dos clases de cofres y no existe ninguna clase de misterio a su alrededor. Aunque sí tiene truco: podemos abrirlos golpeándolos por debajo un par de veces, lo cual nos entregará una recompensa en forma de mayor puntuación y un posible power up.
La verdad es que el sistema de recompensas de los cofres es quizás el punto en el que más decepcionados podamos sentirnos cuando cojamos el mando, ya que existe muy poca variedad de estos: invencibilidad con ataques a distancia, teletransportes entre ubicaciones muy concretas y una explosión de bolas de fuego a nuestro alrededor. Nunca sabemos qué es lo que nos tocará con el factor aleatorio que los rodea, y además de ello la variedad es tan poca que podremos sentir que no recibimos lo que necesitamos. Existe una variedad más, la más útil de todas, que abre todos los cofres cercanos; pero es tan rara de ver y tan exageradamente potenciada que no se puede comparar con el resto de mejoras que encontraremos habitualmente.
Casi lo mismo sucede con la variedad de niveles. Tenemos con nosotros una treintena de fases en las que debemos avanzar, coger cofres y enfrentarnos a los enemigos de turno: nada más. No se vuelve repetitivo porque el juego es demasiado adictivo y corto como para caer en la repetición, pero algo más de variedad se hubiese apreciado de cara al producto final, como fases de bonificación u objetivos diferentes para variar. En este aspecto se aprecian especilamente los jefes finales, donde el planteamiento cambia radicalmente a un formato vertical con un poderosísimo rival al final de la torre que nos dará más de un quebradero de cabeza; son los momentos en los que el juego respira mejor y disfrutamos de algo diferente y fresco.
Sabor anciano falto de actualidad
Los mayores problemas de 'Eternum Ex' vienen con esa variedad, pero no es algo que se le debería a achacar a un juego de una duración de entre una y dos horas. Por supuesto la gran gracia de un juego arcade como este es repetirlo hasta el infinito hasta conocerlo al dedillo y lograr hacer todas las fases sin usar un crédito extra ni una sola vez, pero eso lo pone en desventaja en un mercado como el actual para aquellos que no sepan a lo que se enfrentan.
La portabilidad de Nintendo Switch juega mucho a favor de este aspecto en el título: poder desconectar en el tren, sacar la consola e intentar una nueva partida durante nuestro viaje es una bendición. Pero le sigue faltando algo para ser lo excelente que podría. Una tabla de clasificaciones online o un modo multijugador cooperativo aprovechando los Joy con habría sido un detalle perfecto para disfrutar de la aventura de una manera diferente. Una galería de recompensas por superarnos ciertas marcas, un editor de niveles... Cualquier cosa habría sido válida para poder disfrutar mucho más de este juego que, excluido del resto del mundo, es una auténtica maravilla.
Pero eso iría en contra de su espíritu. 'Eternum Ex' es una máquina arcade por la que nos maravillamos cuando encontramos una llena de polvo perdida en un bar de un pueblo que nadie conoce. Disfrutar de cada partida, la recordarás con cariño y añoranza... Pero no está pensado para una videoconsola doméstica. Pertenece a una época ya pasada.
Conclusiones
'Eternum Ex' es magnífico de por sí. Sus treinta niveles, dificultad endiablada y noble espíritu arcade harán que mucha gente disfrute de él como no lo hacían desde hacía tiempo, al igual que otros títulos españoles como 'Maldita Castilla EX' o 'Super Hydorah'. Sin embargo se queda estancado en esa visión de túnel, no quiere avanzar y modernizarse lo suficiente como para encontrar un hueco entre un público más grande. Se conforma con su posición, aunque tenga potencial para mucho más. Y ojalá lo alcance algún día con una secuela a la altura.