El 22 de Diciembre 2014 | 08:40
Analizar un juego no consiste solo en ver qué tiene que ofrecer individualmente y tratar de puntuarlo conforme a un estándar del mercado. Implica también que revisemos si pertenece a una saga, y en tal caso, evaluamos también cual ha sido el posible progreso que el nuevo título por analizar aporta a dicha saga. Teniendo eso en cuenta, como amante del género RPG más clásico, como fan de las creaciones de BioWare y en especial un fan de obras como 'Mass Effect' y 'Dragon Age: Origins', este redactor encuentra la tarea de analizar 'Dragon Age Inquisition' todo un reto. Sin embargo es un reto que yo mismo he disfrutado, ya que ha creado en mí divisiones de sensaciones e ideas que pocas veces un juego me ha creado. Así que sin más dilación, os ofrezco mi humilde análisis de lo nuevo de de BioWare.
Cada vez más sencillos
Finales del año 2009, BioWare y Electronic Arts lanzan al mercado 'Dragon Age: Origins', un juego que promete traer de vuelta al mercado toda la magia y la calidad de verdaderos RPG como la franquicia 'Baldur's Gate'. Personajes carismáticos, una historia demoledora, una jugabilidad compleja y divertida y por supuesto, criaturas mágicas, acero y enemigos épicos. Y sin duda logran esto con un juego verdaderamente magnífico, si bien no accesible a todo el mundo.
Dos años antes de esto la misma compañía había publicado la primera parte de una impresionante nueva IP que mezclaba de maravilla el RPG con la aventura espacial. Una narración impresionante digan de las mejores novelas Space Opera, con personajes entrañables y un héroe al que cualquiera seguiría hasta el fin del mundo.
El problema común con ambas sagas, muy comentado en su día, fue el hecho de que cada entrega simplificaba la jugabilidad en aras de atraer a un mayor número de jugadores, esto es, para hacer más dinero y no para hacer mejores juegos. Este redactor entiende que el fin último de una empresa es ganar más dinero, pero eso no implica dejar de lado las claves del RPG para hacer juegos cada vez más casual y que tiran más por la vía de la acción simple, enterrando mecánicas complejas a la vez que profundas.
Lo que encontramos en la tercera entrega
Sin entrar demasiado en esta polémica, viajamos hasta 2014 donde nos encontramos con el esperado y deseado 'Dragon Age Inquisition', que tras una segunda entrega en la saga algo decepcionante en su historia y sus escenarios, prometía unos mapas descomunales, todo un mundo por explorar libremente a pie o a caballo, acompañado de divertidos compañeros y dando muerte a gloriosos dragones. No podemos poner en duda que BioWare ha cumplido lo prometido, ya que donde 'Dragon Age II' fallaba por sus pobres mapas, la tercera entrega se sale del baremo. Pero la segunda parte de la franquicia sí conservaba componentes de rol muy clásicos, como los puntos de habilidad a repartir, un sistema de habilidades que incluso en algunos casos añadía interesantes propuestas nuevas respecto a 'Origins'. Y en este aspecto 'Inquisition' falla, al quitar del juego toda clase de personalidad puramente RPG como la mencionada y obligatoria opción de otorgar puntos de atributo a nuestros personajes. Además vemos, sobre todo en el caso del mago, notablemente mermada la rama de habilidades, que pasa de tener toda clase de conjuros mágicos de muy diversas naturalezas como el control mental, los animales o los elementos, ahora se centra casi exclusivamente en esta última rama, teniendo las opciones de fuego, hielo, rayo y espíritu.
Mecánicas muy sencillas como la de recoger objetos, interactuar con ellos, o algo tan básico como el movimiento, tiene un diseño que se nota ha sido creado enteramente para consolas, dejando de lado completamente al PC. Si queremos jugar en ordenadores lo más recomendable es hacerlo con mando, ya que con ratón y teclado no se siente como un RPG ni mucho, menos, lo que tampoco significa que sean malos controles, simplemente algo que uno no se espera en este género.
Los que recuerden ese sistema de tácticas del primer juego, donde podíamos establecer con notable precisión una serie de patrones para que los compañeros de la IA fueran verdaderamente útiles en pantalla, ya pueden irse olvidando de esto. Ahora ha quedado reducido a decirle a nuestro compañero cuando mana/vigor y pociones queremos que reserve, y con cuánta salud debería comenzar a tomar pociones para restaurarla. Es cierto que las tácticas del primer juego podían ser algo tediosas y requerían unos minutos, pero con decidir si queríamos que nuestro compañero fuera curandero, DPS o tanque, el juego ponía por defecto un patrón y solo si queríamos podíamos modificarlo para hacerlo más eficiente. Ahora ni siquiera tenemos la posibilidad de cambiar eso, o tan siquiera ver qué patrones de actuación tienen los compañeros, que hemos de decir, en ocasiones llegan a ser realmente inútiles.
Pero hasta ahí el análisis de un fan algo decepcionado con las decisiones del estudio para esta nueva entrega. Ahora pasamos a un análisis más puramente objetivo en el que hablaremos de sus pros y sus contras sin atender a precuelas. Y es que el juego, entendido como producto individual que no le debe nada a antecesores, resulta una verdadera maravilla jugable y sobre todo en el apartado gráfico, donde nos deja unas postales que quitan el hipo.
Salimos airosos de una situación muy fea
Comenzando por la historia pero intentando no desvelaros nada, nuestro protagonista es el único superviviente de una gran explosión que acaba con los dirigentes de magos y templarios que intentaban llegar a un acuerdo para finalizar las hostilidades que comienzan como resultado del desenlace de 'Dragon Age II'. De hecho, el juego está muy enlazado con la narración y los personajes de esa segunda entrega, empezando por los dos primeros compañeros que tendremos en el grupo, que conocemos durante las secuencias de vídeo introductorias de esa segunda parte.
Con el caos de esa explosión también se ha perdido la vida de la máxima representante de la Capilla, lo que te pasará factura en los primeros compases del juego. Y como no podía ser de otra forma en un RPG, nuestro personaje no recuerda gran cosa de lo que había sucedido hasta entonces y será apresado por la Capilla para ver si puede explicar el horrible suceso, que ha tenido como resultado la aparición de miles de portales por todo el mundo que conducen directamente al Velo, por donde se están colando toda clase de demonios y abominaciones.
Así conoceremos a los primeros compañeros que son el pícaro Varric, armado con su inseparable ballesta Bianca; Leliana, personaje principal de 'Origins' que en esta ocasión solo juega un papel de consejera; Cassandra, de la orden de los Buscadores que fundaron la Inquisición hace años y que sugiere volver a hacerlo; y Solas, un mago elfo con sobrados conocimientos del Velo, que serán de gran ayuda en los primeros compases del juego.
El ascenso al trono de la Inquisición
Con estas premisas, nuestro personaje, tras cerrar las primeras grietas del Velo pasará de ser un apestado a un héroe que parece ser el único capaz de restaurar la paz. De este modo se le propone convertirse en el inquisidor que dirigirá a todo aquel dispuesto a ayudar hasta la victoria.
Sin embargo esto no es nada fácil, ya que el juego tiene un importante componente en materia de decisiones. Y es que no podemos olvidar que antes de todo esto magos y templarios estaban en guerra, con la capilla entre medias sin saber muy bien que hacer. De modo que como Inquisidor tendremos que decidir si queremos pedir el apoyo de unos u otros, y si queremos declarar que nuestra misión es divina y queremos restaurar la capilla o si por el contrario pensamos que es mejor empezar de cero y deshacernos de esta clase de organizaciones que nos han llevado a tan inestable situación.
A efectos prácticos el juego funciona en ese sentido de forma similar a cualquier RPG, donde tenemos una serie de compañeros cuyas habilidades podemos seleccionan según suben de nivel, así como su equipo y armamento. Pero para esto se ha creado un interesante sistema de fabricación de objetos que nos permite fabricar verdaderas piezas de artesano, y que en la mayoría de los casos serán mejor que cualquier cosa que podamos encontrar en nuestros viajes. El sistema de creación de armas y armaduras no es nada complejo, y solo requerimos una serie de materiales que encontraremos o compraremos, para fabricar las piezas centrales. Después, algunos equipos cuentan con ranuras para insertar mejoras, por lo que podemos llegar a usar un mismo set durante muchas horas de juego, cambiando solo dichas ranuras, que casi siempre son las que mayores atributos nos ofrecen.
Tienes que gestionar tu nueva organización
Pero claro, nuestro personaje no es un aventurero cualquiera, sino el directo de una poderosa organización que gana adeptos cada día y que cuenta con su propia fortaleza. Alguien así necesita consejeros y un plan de actuación. Ahí es donde entra en juego la mesa de guerra, un tablero que nos dará acceso a todas las misiones, tareas y áreas que hay en el juego, divididas en dos partes: Ferelden y Orlais. Para darle realismo al trasfondo de la historia y demostrar que no todo el mundo confía en la recién reconstruida Inquisición, existen los llamados puntos de Poder, que serán la moneda de cambio para desbloquear regiones del mapa, operaciones especiales o misiones principales. En cada sección del mapa que exploremos encontraremos cientos de misiones secundarias que nos otorgarán estos puntos de Poder. Además, a medida que la Inquisición gane protagonismo y ayudemos a la gente, conseguiremos Influencia que se traduce en puntos de Ventajas, que desde la sala de guerra nos permite comprar mejoras que pueden ir desde más pociones disponibles, hasta mayor resistencia para nuestra montura, pasando por descuentos en los comercios, remesas de materiales de calidad, mayor experiencia al realizar ciertas acciones o mejor habilidad de los pícaros a la hora de abrir cerraduras.
Tras decidir sobre el mapa nuestras tareas podemos bajar directamente al terreno y seleccionar en el mapa la región a la que queremos viajar, ya que el mundo no está directamente conectado, sino que se trata de instancias entre las que viajamos con tiempos de carga. Pero cada una de ellas tiene nombre propio, clima propio y un tamaño realmente considerable, además de cientos de oportunidades de subir niveles y ganar Poder e Influencia mediante tareas y misiones secundarias. Por otro lado, la campaña principal avanza con misiones que desbloqueamos en la mesa y que tienen lugar en zonas especialmente diseñadas para esas ocasiones. Por lo que el progreso del juego es dual y bien diferenciado entre campaña y relleno (por decirlo así). Este es, de hecho, un sistema magnífico para ser conscientes de cuánto tiempo le dedicamos a cada cosa y saber si estamos dejando de lado muchas tareas secundarias. De esta manera podemos dedicar tanto tiempo como queramos a nuestras aventuras para crear un grupo fuerte y evolucionado de cara a las misiones principales, que serán por lo general más exigentes que el resto.
Para abordar todo esto tendremos la opción de ser guerreros, magos o pícaros. Nada nuevo en ese aspecto. Aunque desde el comienzo del juego tenemos la opción de ir con espada y escudo o arma a dos manos en caso de los guerreros, y ser arqueros o llevar dagas si hablamos de los pícaros, pero esto solo afectará al primer arma que encontremos en el juego y las primeras habilidades que se nos desbloquearán en el prólogo. No os preocupéis, es bastante sencillo reiniciar las habilidades y escoger otras ramas, aunque obviamente no podremos pasar de una clase a otra.
Elige bien tu camino, solo habrá uno
Los compañeros juegan aquí un papel importante. Habrá en total nueve, tres de cada clase. Y cada uno de ellos desbloqueará más adelante una de las tres ramas especiales que tiene cada una de las tres clases principales. El guerrero puede convertirse en Campeón, Templario o Segador. El mago en Caballero Encantador, Nigromante o Mago de las Grietas. El pícaro puede ser Asesino, Artificiero y Tempestad. Todas estas opciones estarán disponibles para el protagonista también, aunque este solo podrá acceder a ellas mediante una serie de misiones que nos encomendará el instructor de la especialización.
Nuestro personaje, además, puede ser humano, enano y elfo, como en los juegos anteriores, aunque en esta ocasión se ha añadido la raza de los Qunari. Esta facción ya la conocimos en los anteriores juegos, aunque en el primero no tenían cuernos y en el segundo su aspecto era algo más imponente que en 'Dragon Age Inquisition'. En este juego su aspecto es realmente muy humano, a diferencia de una mayor estatura y masa muscular y los cuernos. Pero sus facciones pueden ser muy humanas si lo trabajamos en el creador del personaje. Hablando de esto, aquí encontramos opciones muy variadas para nariz, labios, ojos y mandíbula. Incluso contamos con todo un círculo cromático para colorear las partes internas y externas del iris. Lo que no nos ha gustado nada es el pelo y la barba, que nos dan resultados muy ridículos. Por poner ejemplos, la mayoría de los peinados atraviesan la textura de las orejas, sin dejarnos hacer nada para evitarlo. Y las barbas son un caso aparte. Estas flotan sobre la piel de la cara. Tal como lo leéis, las barbas no están perfectamente pegadas a la cara, sino que tienen un desagradable efecto que se puede apreciar en las secuencias y las conversaciones, donde podemos apreciar una separación de por lo menos un centímetro. Por no mencionar que simplemente el efecto de los pelos de la barba es muy pobre. Pero si prescindimos de este elemento estético, el resto de herramientas nos permiten crear caras muy especiales y con mucha personalidad.
Llegamos ahora a la propuesta multijugador. Esta podría parecernos como la de 'Mass Effect 3' si no sabemos mucho de ella, pero lo cierto es que se diferencia notablemente. Hasta cuatro jugadores se reparten los papeles de nueve opciones de personaje jugable. Recorrerán varios escenarios con opciones de dificultad variadas para obtener mayores recompensas. La diferencia principal con el multijugador del juego de ciencia ficción es que aquí no tenemos una "arena" de combate cerrada, sino un mapa más o menos lineal por el que vamos avanzando y descubriendo nuevas áreas. Podremos recoger dinero y encontrar objetos especiales que desbloquean otros personajes o armas nuevas. Con el dinero podemos comprar, igual que en 'Mass Effect', cofres que contienen objetos y mejoras para nuestro equipamiento. Lo interesante del multijugador es que, de forma similar a la campaña, podemos crearnos nuestras armas y armaduras.
Apartado tecnológico
En cuanto al aspecto que muestra de cara al jugador, la verdad es que 'Dragon Age Inquisition' tiene muy buena cara. Un apartado visual realmente impresionante, con un juego de luces y sombras muy vivo y una paleta de colores realista, que nos deja escenarios de esos que merece la pena detenerse a observar durante unos minutos. Ya sea en pantanos cenagosos, desiertos, praderas o montañas, el juego ofrece caminos, ruinas y pueblos donde centrar nuestra atención. Las texturas de las armas y armaduras que llevamos, el pelaje de los animales y el relieve de la vegetación, suma a este conjunto un plus de realidad, que en general construyen una Thedas hasta ahora nunca vista.
Sin embargo hay que recalcar que el juego ha tenido varios problemas de estabilidad desde el principio. Un parche de día uno que no logró subsanarlos todos y tres semanas después otro que causó aún más fallos. El programa ha salido al mercado con más bugs de los que nos gustaría y solo un mes después se empiezan a ver auténticos arreglos al rendimiento.
En lo sonoro el juego no se queda ni mucho menos atrás. Una música que por poco no podría rivalizar con la de las películas de 'El Señor de los Anillos'. Cuenta con varios temas principales que se nos quedan grabados en la memoria y que animan las situaciones tanto en calma como en combate. Esto se une a todo el set de sonidos de las diferentes habilidades, el chocar de las armas y las voces de todos los personajes del juego, que ya sean principales o secundarios, han interpretado sus papeles a las mil maravillas.
Conclusiones
La conclusión de este juego es complicada. Si bien es cierto que por un lado el juego ofrece decenas de horas de diversión, personajes secundarios muy carismáticos, un sistema de habilidades y crafteo profundos y bien diseñados y una historia bien construida. Por otro lado hay que decir que el juego se empobrece mucho en contenidos de la rama más puramente RPG. La cámara táctica que nos prometieron es de todo menos útil. Los compañeros en ocasiones hacen bien su trabajo y otras no tanto, pero en los niveles de dificultad más altos será mejor tratar de controlarlos a todos por momentos. Los controles han sido diseñados de principio a fin para consola y se ha tenido poco respeto por los fieles usuarios que PC que también quieren disfrutarlo. Pero por otro lado no es más que la evolución lógica de una gran franquicia que crece, cambia y mejora en muchos aspectos para llegar a un público mayor y contar historias más épicas y con mejor aspecto.
Desde el punto de vista de este redactor 'Dragon Age Inquisition' no es un buen sucesor de la saga 'Dragon Age', porque pierde muchos elementos de su identidad. Sin embargo sí que es un impresionante juego de fantasía que logra cumplir con creces las expectativas de un producto de este género.
Lo mejor:
Un apartado visual impresionante. Unos mapas de gran tamaño que invitan a ser explorados. Gran banda sonora.
Lo peor:
Simplificación de muchos aspectos de la saga. Un multijugador poco aprovechado. Inestable y poco pulido.