El 23 de Abril 2021 | 12:00
Ha pasado un año ya desde que el fantástico 'Doom Eternal' salió al mercado. Ya dijimos en nuestro análisis de por aquel entonces que era una obra maestra moderna en el terreno de los FPS, un absoluto imprescindible que marcaría un antes y un después. Lo difícil era que sus continuaciones fueran capaces de llevar el peso de su legado.
Así fue en gran medida con el primer DLC disponible para el título, ' Los Dioses Antiguos' . La expansión prometió más infierno para todos y bien lo dio. Tres niveles completos, más enemigos y una dificultad diabólica hasta el punto de no hacer divertido el viaje para la mayoría de jugadores. Sus innovaciones no eran suficientes para hacerlo destacar frente la ingeniosa campaña anterior. Los ojos de los fans quedaban entonces en la secuela, 'Doom Eternal: Los Dioses Antiguos, Parte 2', y si sería capaz de corregir sus fallos y entregar un producto capaz de satisfacer a todos.. O quedarse a medio camino.
Guerra del Doomifinito
Este DLC no es más que la mitad de una historia más grande. Hay que comprender y revisitar 'Los Dioses Antiguos: Parte 1' para apreciar esta parte de la expansión, incluso si no se guarda ningún progreso entre ambas partes. Una auténtica pena: podrían haberse enlazado a la Fortaleza del Destino de la campaña original y mostrar nuestros progresos, pero en su lugar prefiere ser una aventura lineal por separado.
En la primera parte visitábamos la Tierra, el Infierno y Urdak al poco de acabar con la invasión demoníaca de la campaña base. Sin un dirigente claro en el bando infernal parece el momento perfecto para el Slayer para dar un golpe sobre la mesa y expulsar a todos los demonios fuera de sus fronteras. La única forma que encuentra le lleva a conocer a los dioses que crearon el universo, y concretamente a enfrentarse al responsable de la existencia de nuestros enemigos. Ahora que le hemos encontrado, debemos enfrentarnos a él y todo su ejército para acabar con la batalla eterna.
Es una historia que pretende ser épica y emocionante, no cobrar sentido. Los guionistas han optado por algunos atajos en la narrativa definiendo algunos personajes y retocando lo que conocíamos del trasfondo hasta la saga para llevarnos a la batalla más grande hasta la fecha. Es una conclusión entretenida, aunque se queda coja en algunas revisiones innecesarias y en la intervención de algunos agentes que pensábamos que tendrían más peso durante el progreso de la franquicia. Es un cierre acelerado, aunque a cambio no nos engaña y nos deja el arco narrativo iniciado en 2016 totalmente completado.
Si es necesario hacer una comparativa para entender este DLC como un equivalente con respecto a otra entrega de la saga, ese sería 'Doom II'. 'Doom Eternal' rechazaba los puntos característicos de aquella entrega para convertirse en su propio juego, cambiando las reglas del universo de id Software para siempre y asentándose como un clásico postmoderno. 'Los Dioses Antiguos', por su parte, abraza por completo la filosofía de la secuela original.
Doom Endgame
Esto es una expansión en el sentido más estricto de la palabra de los años noventa. Se trata de más 'Doom', más combates, más enemigos. No está interesado en cómo podría hacer evolucionar la fórmula, sino en explotarla hasta el máximo límite que le permita. Fue especialmente notorio en la primera parte, donde la dificultad había crecido hasta tal punto que era inaccesible para una gran cantidad de jugadores que no se consideraran hardcore.
La segunda parte de la expansión relaja la mano mucho más en ese apartado para otorgar un producto más sólido, y de hecho también ha reajustado esa infernal dificultad en los modos más fáciles para la primera parte. Sigue siendo una aventura más difícil que la campaña original, pero esta vez no nos mete en situaciones crueles y combates extremadamente largos. La Parte 2 ha mejorado el ritmo con el que se desenvuelve, permitiendo descansar mucho más regularmente al jugador.
En vez de llevar al límite al jugador esta segunda parte prefiere concentrarse en añadir más elementos con los que dar guerra. Vuelven los dos demonios introducidos en la primera parte y agrega nuevas bestias a las que hacer frente con estrategias destacables, aunque con una importante pega. Estos reutilizan assets ya existentes y nos ofrecen el diseño de enemigos que ya conocíamos, aunque recoloreados.
Es una buena manera de ahorrar recursos y el resultado acaba pesando más que las pegas, aunque se hace visualmente evidente que se trata de una limitación de tiempo. Es especialmente notorio al llegar al último tipo de enemigo introducido, el cual carece de inteligencia artificial, muere de un sólo disparo y carece de animaciones propias como las eliminaciones o el uso de armas concretas.
El futuro es Doom
Aunque falle un poco en la ejecución de ciertos enemigos, en lo que de verdad acierta es en la magnífica nueva arma del Slayer. Tenemos ahora a nuestro alcance un martillo cuyos ataques dejan aturdidos a nuestros enemigos en un limitado área de alcance, y puede sacarse mucho partido para ciertas situaciones en las que nos veamos superados. Reemplaza al Crisol en el inventario, un acierto al tratarse aquella arma de un pase gratuito para acabar con los enemigos más fuertes con los que no quisiéramos luchar.
Sumadle los nuevos mapas con los que viene la expansión. En total vienen cuatro niveles nuevos a nuestro alcance, uno de ellos dedicado exclusivamente al jefe final de la historia. Si sumamos las tres fases de la primera parte tenemos con nosotros un equivale a medio juego de la saga, compuestos por trece niveles en las últimas entregas. Es una más que un notable volumen de contenido.
La cantidad de fases es buena. La calidad y diseño de los niveles, fantástico. El que no sobresale tanto como debería es el relativo al jefe final de la expansión: es una batalla sin la misma energía ni es tan brillante como algunos de los enemigos que hemos visto antes. Es un combate que quizás hubiese necesitado otro planteamiento o, simplemente, más tiempo para desarrollar cada una de sus fases para ser más destacables entre sí.
Eso es en lo relativo al contenido de pago, pero 'Doom Eternal' ha sido mucho más que eso. En este primer año de vida del título hemos tenido de forma gratuita una muy buena cantidad de extras sin coste adicional. Niveles maestros para romper la cabeza a los jugadores más expertos, una decena de skins para nuestro protagonista y los demonios, fases adicionales en el modo multijugador. El trabajo de id Software ha sido loable incluso en el enredo del año en el que está el mundo ahora mismo sumergido, el cual ha limitado algunos de los objetivos que se marcaron al principio, como el modo Invasión.
Conclusiones
La expansión 'Doom Eternal: Los Dioses Antiguos' es una buena entrada en una franquicia histórica entre la que cuesta hacerse un nombre. Es un viaje del que hemos disfrutado, aunque sus faltas son muy notorias en comparación a la excelsa campaña sobre la que se basa. Incluso con las pegas que podemos sacarle se trata de un extra para uno de los mejores juegos de la generación, el cual no ha hecho más que crecer. Una vez más reafirma lo que sabíamos: 'Doom' es eterno.
Lo mejor:
- Una expansión que disfrutar de mayores desafíos de 'Doom Eternal'.
- Magnífica nueva arma.
- Buen diseño de enemigos, en su mayoría.
- Gran año de contenido gratuito.
Lo peor:
- Conclusión de la historia a coste de retcons y cambios.
- Falta de desarrollo en ciertos aspectos por tiempo.
- Jefe final anticlimático.