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Análisis de 'Styx: Shards of Darkness' para PS4

La secuela de 'Styx: Master of Shadows' ya está en las tiendas y os contamos lo que nos ha parecido el regreso del trasgo más gamberro.

Por Marco Gonzálvez 21 de Marzo 2017 | 22:28

Dentro del género de los juegos de acción en tercera persona encontramos ese peculiar subgénero que es el de los juegos de infiltración o sigilo. Títulos que nos piden otra forma de jugar, una que requiere de paciencia, meditación y planificación a la hora de usar sus mecánicas para acatar sus propias reglas y ejecutar de este modo planes en una coreografía de muerte o evasión dependiendo del tipo de jugador.

Acehar, apuñalar y repetir, siempre repetir

Dentro de este mundo alternativo podríamos encontrar en la actualidad dos escuelas: Una serie la del efectismo que cuenta con un Sam Fisher capaz de ejecutar a media docena de enemigos con la pulsación de un solo botón, realizando un baile de plomo digno del mismísimo Jason Bourne, la que también cuenta con Los Asesinos, capaces de blandir docenas de armas, abalanzarse desde metros de caída sobre templarios y apuñalar en mitad de plazas renacentistas sin ser vistos. Estos videojuegos aportan una visión del sigilo más cercana al espionaje de Hollywood que a las raíces del término en el medio de los videojuegos.

En el otro lado estarían los clásicos, las obras que los veteranos de este tipo de obras alaban por ofrecer desafíos que obligan a quedarse un buen puñado de minutos estudiando rutas, buscando trampillas, envenenando abrevaderos y reptando por respiraderos. En esta disciplina encontramos grandes referentes como 'Deus Ex', 'Thief' o 'Mark of the Ninja' por mencionar algunos ejemplos que alcanzaron la excelencia en lo suyo.

Por lo difícil que es encontrar en pleno 2017 a un equipo de desarrollo que se atreva con el segundo tipo de videojuego de infiltración es por lo que otorgamos el primer punto a favor del regreso de Styx, el trasgo de 'Of Orcs and Mens' que ahora protagoniza sus propios videojuegos como si de un superhéroe de Marvel se tratase (aunque no pueda estar más lejos de serlo).

"Se avecina una tormenta de mierda. Una tormenta de mierda sobre todo aquel que se ponga en mi camino." Es una de las frases que Styx suelta al comienzo de 'Styx: Shards of Darkness' y que sirve de perfecta presentación del personaje para quienes lo conocerán de nuevas y como buen recordatorio para quienes ya le acompañaron haciendo de las suyas en 'Styx: Master of Shadows'. Este ladrón de áspera piel verde no es amigo de nadie, no es un justiciero, ni un Robin Hood, roba y mata porque quiere, porque puede y porque es lo que mejor sabe hacer. Es el miembro más inteligente de su especie y que tenga la capacidad de hablar y hacer bromas horribles es el menos problema de quienes se lo encuentren de cara.

Styx es un personaje infantil en personalidad y brutal en métodos, las pantallas de carga tras cada muerte estarán colmadas de bromas que rompen la cuarta pared, referencias a otros videojuegos y todo tipo de tonterías dignas del mejor Deadpool. No tarda mucho esta nueva historia en ponerle la zancadilla a Styx con una serie de traiciones e incriminaciones injustas que querrá solventar ya no por que posea un sentido de la justicia (que no es el caso), si no porque a él nadie le toca los huevos y tiene una daga para dar fe de ello.

Volvemos a enfrentarnos a una trama que nos llevará a visitar a clásicos de la fantasía Tolkieniense con enanos, elfos y derivados; pronto pasa a darnos igual y en cuanto la obviamos deja paso al grueso de la receta, una jugabilidad que retorna a lo visto en su debut de 2014 donde sorprendía un juego de sigilo con un control del todo manual en el que teníamos que medir cada salto y cada puñalada para controlar la caída sobre una superficie que no hiciera ruido o el asesinato que nos permitiera continuar en el anonimato.

Vuelve un juego pobre en lo técnico a pesar de la gran cantidad de tiempo que sus creadores aseguran haber dedicado a mejorar en ese apartado gracias al salto al Unreal Engine 4. Seguimos con un título que adolece de animaciones erráticas que a menudo ponen en peligro nuestros planes, que sin previo aviso son el comienzo de caóticos momentos de alboroto en el que toda nuestra ruta establecida se tuerce y que nos obligan sin remedio a cargar el último punto de guardado para no perder esas medallas que nos premian por no alerta a nadie, no ser vistos y cumplir los niveles en cierto tiempo al acabar.

Es decir, vuelve el esquema que ya conocimos en Master of Shadows pero con novedades a destacar. Ahora tenemos un árbol de habilidades con un notable número de mejoras para nuestro protagonista que le permitirá especializarse en diversas ramas, potenciando su invisibilidad, las utilidades y la eficiencia de sus clones, la cantidad de objetos que podemos crear, los sentidos del propio Styx, etc... Gracias a esto podemos tener la sensación que hay un grado de personalización del personaje que nos enfrentará a un título con gran rejugabilidad gracias a las muchas formas de afrontar su campaña. Sí, pero no.

'Styx: Shards of Darkness' fragmenta demasiado sus aciertos en sus modos de dificultad. En los primeros no será extraño encontrarse con la sensación de que todas las novedades son innecesarias, ninguna ventaja se torna vital durante la campaña como para que tengamos que preocuparnos en dar lo mejor en cada misión con el objetivo de obtener el mayor número de Puntos de Habilidad necesarios para mejorar a Styx. En los niveles de dificultad la cosa es otro cantar, desaparecen los numerosos puntos de control y morir significa volver a comenzar una misión de cero.

Hay poco que objetar sobre el diseño de las misiones, las cuales están estructuradas de forma que al completarlas por primera vez sintamos que hemos recorrido un camino muy adverso, pero que con la repetición se van volviendo más accesibles de forma que terminaremos batiendo tiempos y consiguiendo esas ansiadas medallas que llevan a los más completistas a encontrar aquí un buen desafío. O esto sería lo que pasaría si otros elementos peor pulidos del título como el diseño de niveles, la nefasta IA de los enemigos y las animaciones erráticas no lo pusieran todo patas arriba.

Cuando creemos conocer un nivel y saber superarlo con eficiencia es cuando empezamos a toparnos con unos defectos que esperábamos no volvieran a molestarnos desde la anterior entrega, pero que ahí están. A pesar de que el lanzamiento de una secuela nos dio esperanzas en cuanto al presupuesto que Cyanide Studios movería en esta ocasión y al uso que ahora serían capaces de darle con lo aprendido, no parece que haya sido el caso. En lo técnico el juego sigue estando bastante por debajo del estándar de la generación y eso no molestaría en términos de acabado visual y artístico si no repercutiera directamente en la fluidez de las partidas al encontrarnos con enemigos que tropiezan unos con otros, animaciones que parpadean y que hacen que soldados giren sobre sí mismos en milésimas de segundos como si estuvieran poseídos y otra serie de acciones que desbaratan cualquier atisbo de precisión en nuestra forma de jugar.

En la base 'Styx: Shards of Darkness' tiene todo lo que necesitábamos para encontrar la evolución que queríamos del primer videojuego, pero es la necesidad de un mayor acabado lo que lo hace quedarse a las puertas de la satisfacción absoluta. De hecho las novedades brillan cuando elevamos la dificultad y buscamos un mayor desafío, también conseguimos una sensación de satisfacción cuando todo funciona como debería y los errores son culpa nuestra y no de alguno de los engranajes del juego funcionando mal. Aún así contábamos con algo mejor rematado tras sufrir un retraso de varios meses que lo desplazó desde finales de 2016 hasta marzo de este año, pero algo ha debido de pasar para que esto no sea así.

Cabe destacar por último la importancia del juego cooperativo, gran novedad del título que en teoría nos permite jugar con otro jugador ya sea un amigo o cualquiera que se reúna con nosotros gracias al matchmaking. El problema es que durante los días que he pasado jugando al título no he podido más que probarlo con un amigo durante unas horas, sufriendo todo tipo de problemas de estabilidad que hacen que al otro personaje nunca lo veas moverse fluido y que el tuyo tampoco se controle como jugando solo. En cuanto a jugar con jugadores de otras partes del mundo ha sido totalmente imposible. Activaba la búsqueda de partida al inicio de cada sesión de juego y nunca me he topado con otro jugador, buscando desde el menú he corrido la misma suerte. Aquí residía una de mis mayores esperanzas en este proyecto y de momento no es precisamente funcional.

De nuevo estamos ante uno de esos nuevos títulos que parecen necesitar unos pocos parches y unas semanas de feedback de los usuarios para alcanzar todo su potencial, pero en el momento de afrontar su crítica así es como están las cosas; 'Styx: Shards of Darkness' se queda a las puertas de convertirse en una vuelta con honores a la buena infiltración, a la que sabía recompensar al jugador por su paciencia, su ingenio y su habilidad. Deseamos que Cyanide Studios y Focus Home Interactive lo siga intentando, porque tienes los ingredientes y la receta, solo falta encontrar el orden para mezclarlos y medir los tiempos de cocción.

Juego analizado en su versión de PS4 en una PS4 estándar.