No se puede negar que hace casi cuatro años lo que muchos sentimos al conocer de la existencia de 'Narita Boy' mediante su campaña de Kickstarter solo podía definirse como incredulidad. Por aquel entonces el trabajo de animación y la estética del proyecto ya nos parecían algo único que no habíamos visto antes en una aventura de acción 2D.
Neón, synthwave y emociones
Ahora han pasado cuatro largos años y lo que hemos recibido que aquello no solo eral real, sino que solo era el principio. El duro trabajo de Studio Koba ha servido para traernos uno de los primeros grandes lanzamientos del año y sin duda el primer gran bombazo nacional. Todo gracias a una sublime conjunción de estética, animación, música y acción.
Narita Boy es el nombre que recibe nuestro héroe, absorbido por la pantalla de su ordenador en algún momento de los años 80 y transportado a un mundo virtual que está al borde del colapso. Una entidad maligna llamada Him traicionó a los suyos hace mucho y ahora ha vuelto de su destierro para acabar lo que empezó en el pasado. Nuestra labor es detenerle a toda costa empuñando la technoespada y restaurando la armonía del tricroma.
No pasa mucho tiempo hasta que 'Narita Boy' nos hace acordarnos de propuestas como 'Blasphemous' y creemos que eso es algo tremendamente bueno. La propuesta es similar y sus puntos fuertes parecidos. El combate ágil, las animaciones tremendamente detalladas y una dirección artística única es lo que nos hace vincular ambas obras patrias a pesar de que también guardan muchas diferencias.
En este 'Narita Boy' no estamos ante uno de esos juegos catalogados como metroidvania, porque no se requiere de volver a zonas anteriores con nuevas habilidades para explorar áreas que antes eran inaccesibles, al menos no con la frecuencia y la alevosía con la que suele hacerse en estos juegos.
Sí que vamos a ir coleccionando una buena cantidad de nuevas habilidades que usar en combate y en el pertinente plataformeo a lo largo de la aventura, pero no esperéis revisitar niveles varias veces porque esta aventura es relativamente lineal en en todo momento vamos completando encargos que nos hacen avanzar de manera constante descubriendo nuevas localizaciones. Esto sorprende especialmente porque el nivel de detalle de cada escenario es una verdadera locura. Nos ha costado mucho no sacar capturas en todos y cada uno de los cambios de pantalla que ocurren a lo largo de las más o menos 7 horas que nos ha durado el juego.
No se trata solo de que el pixel art del juego sea de los buenos, también ayuda cierto trabajo de efectos de luz y color que le aportan una capa de pintura necesaria para destacar entre la marabunta de títulos que podrían tener una estética similar si no fuera por este matiz personal que Studio Koba ha aplicado a su proyecto haciéndolo único.
Antes decíamos que los puntos fuertes de 'Narita Boy' y 'Blasphemous' conectaban ambos juegos en nuestra cabeza, pero también lo hacen algunos de los puntos débiles. En ambos juegos echamos en falta un pulido final a nivel jugable, porque en ambos funciona todo casi perfecto. Siempre nos faltan unos frames de fluidez en cierto nivel, un salto más intuitivo, un plataformeo algo más satisfactorio. Por suerte nada grave y ni muchísimo menos se disfruta menos de esta obra por ese puntito de más que podría haber tenido el acabado jugable.
Sobre si la historia que nos lleva de aquí para allá está mejor o peor dependerá mucho del jugador y de lo que le pida a una aventura así. No es nada revolucionario y no creemos que tampoco acabe siendo memorable, pero sí es tierna por momentos, está bien escrita y acaba con ese puntito loco que las historias de ciencia ficción tenían en los años 80.
Porque vaya si hay años 80 en este juego. No solo la imaginería del mundo digital materializado como algo tangible, también la música está repleta de sintetizadores que generan escenarios de neón que serán paraísos para los enamorados de la época y sus historias de ficción. Y de verdad que pega fuerte la música en 'Narita Boy', si no acaba siendo una de las bandas sonoras más potentes del año será raro, porque en no pocos momentos hemos tenido que parar de avanzar para disfrutar de algunos de los temas que suenan durante el juego.
Se agradece también que la aventura sea algo comedido. Es legítimo acabarla y desear que hubiera durado un poco más, que los combates hubieran resultado un poco más desafiantes o que el abanico de habilidades fuera algo menos típico, pero lo cierto es que el equilibrio conseguido por Studio Koba hace que ninguno de estos elementos esté mucho más aprovechado o extendido que el resto, de modo que en todo momento da la sensación de estar disfrutando de un juego que es exactamente como sus creadores querían que fuera.
Con el lanzamiento de 'Narita Boy' los barceloneses han demostrado que llegan para quedarse, va a ser uno de los juegos más sonados del año dentro y fuera de nuestro país, no nos cabe duda, asegurando así el futuro de un estudio al que no pensamos perder de vista.