SUSURROS DEL DIABLO

Análisis de 'INDIKA'; crisis de fe

La fe cristiana, las tentaciones del diablo y una Rusia alternativa en el siglo XIX son los ingredientes principales de esta obra del estudio Odd Meter.

Por Marco Gonzálvez 3 de Junio 2024 | 10:00

Ya desde la primera demo que pudimos probar de Indika se intuía que lo que estaban cocinando en el estudio Odd Meter iba a convertirse en uno de los lanzamientos a destacar este año, porque simplemente la premisa de vivir una aventura en el papel de una monja en una Rusia alternativa durante el Siglo XIX ya era reclamo más que suficiente para que no dejáramos pasar este estreno de 11 Bit Studios que ha resultado ser algo verdaderamente única y especial.

¿Existen el bien y el mal?

Una de las mayores curiosidades que teníamos a la hora de enfrentarnos a la versión final de esta obra era entender qué pintaba un sistema de puntos en una historia tan narrativa e inmersiva, qué sentido tenía la música eléctronica más propia de un juego arcade de SNES que de un "casi walking simulator" estrenado en 2024, por qué había un árbol de habilidades cuyos desbloqueos únicamente sirven para tener cada vez más puntos.

Pronto comienzas a conocer la historia de la joven Indika y empiezas a entender cómo su fe se tambalea y cómo las creencias a las que ha confiado su futuro empiezan a carecer de sentido, es ahí donde entiendes lo que Odd Meter está intentando hacer, creando un paralelismo fantástico entre cómo rezar puede ser algo que el cristiano hace esperando una recompensa, una progresión en su fe, una recompensa de su dios, exactamente igual que el jugador acumula puntos esperando un desbloqueable que le aporte una nueva forma de jugar y acceso a un lugar nuevo.

Igual que Indika descubre que su fe, su dios y sus oraciones no están transformando su nefasto y angustioso pasado en un futuro brillante, nosotros descubrimos que los puntos que acumulamos no nos llevan a nada, no nos consiguen absolutamente nada. En las propias pantallas de carga del juego los desarrolladores avisan de que acumular puntos no tiene ninguna utilidad en Indika, exactamente igual que, en el fondo, una persona religiosa puede saber que sus oraciones y dioses no van a cambiar su vida.

El breve viaje de nuestra monja (la duración del juego puede rondar sobre las 3 horas) es uno de revelación, catarsis y crisis de fe. Indika es expulsada del convento en el que vive y su objetivo es conseguir la redención para que sus hermanas la vuelvan a aceptar, recurriendo si es necesario a una reliquia sagrada que pueda obrar el milagro. En su viaje tendrá que lidiar con un expresidiario, al que también le mantiene vivo una fuerte fe en su dios, así como con un demonio que intenta abrirle los ojos en una historia que apuesta fuertemente por criticar duramente, en este caso, a la fe cristiana.

Para materializar el descenso de Indika a su propia psique y su percepción del mundo a medida que su fe hace aguas, el juego nos pone ante escenarios surrealistas con construcciones imposibles, flashbacks que nos llevan a un juego retro pixelado y fases de plataformeo bastante mejorables.

Los escenarios de 'INDIKA' son realmente bellos y el acabado visual es bastante potente para tratarse de uno de los primeros trabajos de un equipo modesto como es el de Odd Meter. Lamentablemente a la hora de meternos en materia jugable la cosa no va tan bien. Las interacciones con el entorno son pobres y simplonas, el trabajo de animación sobresale en ocasiones y se vuelve bastante mediocre en otras, todo lo que implique un poco de plataformeo o puzzle sobre por completo en el juego. Se entiende que es difícil apostar por un walking simulator puro sin ofrecer de vez en cuando alguna pildora en lenguaje de videojuego, pero casi que habríamos agradecido que todos los esfuerzos estuvieran destinados a la historia, las actuaciones de los personajes y el mensaje del juego, porque en esos aspectos se hace un trabajo fantástico, empañado en varias ocasiones por todo lo demás.

En general 'INDIKA' ha sido un estreno muy fresco, memorable si se conecta con su mensaje y sus formas y una fantástica carta de presentación para que tengamos a Odd Meter en el radar de cara a futuros trabajos. Mención especial al trabajo de Mike Sabadash, el compositor detrá de la banda sonora original del juego, que podéis escuchar completa sobre este párrafo y que es un verdadero descenso a los infiernos en el mejor sentido de la palabra.