Después de una agónica espera de años para que se materializara lo que acabó siendo 'Final Fantasy XV' (amado por unos, odiado por otros) y con el explosivo impacto de nostalgia que causó el sobresaliente 'Final Fantasy VII Remake', la saga de Square Enix retoma un poco la normalidad con el estreno de 'Final Fantasy XVI'. Hemos pasado unas semanas con la aventura protagonizada por Clive Rosfield y de primeras os podemos adelantar que estamos ante uno de esos títulos que se graban en la memoria y a los que apetece volver con los años. Nada que envidiar tiene esta historia original a las clásicas odiseas de la franquicia.
La grandeza nace de pequeños comienzos
La del joven Rosfield es una historia que pega con fuerza, pues este noble nace en el seno de la familia que gobierna una de las naciones más potentes de Valisthea, el continente donde tiene lugar 'Final Fantasy XVI. De él se esperaba el honor de albergar a Fénix, uno de los ocho eikons elementales que generación tras generación han ido heredando las naciones del reino, siendo estos seres divinos las principales máquinas de guerra de sus ejércitos.
El eikon de fuego decide saltarse una generación y acaba manifestándose en Joshua, el hijo pequeño de los Rosfield, por lo que Clive acepta su destino como guarda ducal para permanecer siempre al lado de su hermano como su guía y protector más leal. Las cosas se tuercen dramáticamente en los primeros compases del juego y la vida de los Rosfield cambia para siempre, esto lleva a Clive a pasar por una serie de sucesos que lo alejan de la comodidad de su vida en la realeza y lo lleva a compartir vivencias con los seres más desgraciados de Valisthea, los portadores.
Portadores son aquellos humanos que nacen con la habilidad de utilizar la magia. Algo que podría parecer un don acaba siendo una carga horrible, pues a excepción del reinado de los Rosfield, toda nación acuerda esclavizar y repudiar a los portadores, convirtiéndolos en el escalafón más bajo de la sociedad valistheana.
Es gracias a esto que Clive Rosfield acaba siendo un protagonista con el que es fácil empatizar y al que apetece conocer en profundidad. Su misión acaba siendo la de conseguir la libertad de todo el pueblo y para ello decide atacar a las altas esferas privándoles de sus mayores fuentes de poder. La aventura de Clive tiene lucha de clases, posicionamientos políticos y el puntito de ecoterrorismo que tanto gustará a quienes amaron 'Final Fantasy VII'.
La historia no solo funciona porque el trasfondo sea interesante y esté bien contado, también lo hace gracias a un reparto de personajes espectacular. En esta costumbre de aprovechar nombres clásicos para nuevos personajes se presentan a héroes como Cid, alguien que se come la pantalla siempre que aparece en ella, especialmente en el doblaje inglés, donde la voz de Ralph Ineson juega un papelón a la hora de darle un empaque inigualable a la personalidad de Cid.
En esta trama sobrevuelan en todo momento dos referentes imposibles de ignorar, siendo estos 'Juego de Tronos' y 'Ataque a los titanes'. Hay similitudes potentísimas a las historias de ambos fenómenos de la cultura pop más reciente y es difícil pensar que son meras coincidencias. De la obra nacida de las novelas de George R. R. Martin se extraen los juegos de poder, las traiciones en las altas esferas de las grandes naciones y una fantasía medieval repleta de dragones, castillos y magia. Del popular anime que ha arrasado en estos últimos años se recoge la idea de usar a criaturas con el poder de miles de hombres para que distintas regiones echen pulsos de influencia, utilizando a estas bestias como su as en la manga. También los combates entre los eikon recuerdan poderosísimamente a las grandes batallas del anime.
Como perderse entre los conflictos bélicos, las traiciones y los saltos en el tiempo es tremendamente fácil en un juego como este, en Square Enix han tenido a bien poner a disposición de los jugadores varios sistemas para que no perdamos detalle en ningún momento de lo que pasa en Valisthea. En primer lugar, existe un sistema de palabras clave que se puede consultar en casi cualquier cinemática del juego y siempre que estemos explorando. Si un personaje hace mención a una persona, localización o evento que no sepamos ubicar, bastará con pulsar un botón para que se desplieguen todas las palabras clave de la conversación, de modo que podamos ponernos al día al instante. Esto demuestra lo implicado que el estudio ha estado con la historia y la importancia que le han dado dentro del juego. Por otro lado, tenemos un códice completísimo donde consultar información de cada suceso, enemigo, eikon, personaje relevante de la historia, término del juego o cualquier duda que pudiéramos tener.
Pero no se puede culpar a nadie por no venir a 'Final Fantasy XVI' a ver cinemáticas y a leer. Si lo que buscas es el espectáculo a la hora de disfrutar de unos combates frenéticos y espectaculares, también lo vas a encontrar en lo nuevo de Square Enix, porque no se ha escatimado en recursos para que cada enfrentamiento sea, como mínimo, divertido. Si habéis jugado a 'Final Fantasy XV' o 'Final Fantasy VII Remake' no os va a resultar inesperada la apuesta por la acción total en esta entrega, pero sí que puede que encontréis más de 'Devil May Cry' o del espíritu PlatinumGames de lo que esperáis (no en vano los creadores de 'Bayonetta' han colaborado en este proyecto).
El combate en 'Final Fantasy XVI' lo apuesta todo por los combos y la ejecución de ataques en cadena sin dejar un solo segundo de pausa. Puede que una de las partes más decepcionantes para los fans de 'Final Fantasy' es que aquí no existen las invocaciones en combate. No es posible invocar a los eikon en cualquier momento y controlarlos para sembrar el caos, en su lugar Clive tiene la habilidad de absorber el poder de estas criaturas y usar sus habilidades en combate para potenciar su propia maestría con la espada.
No se puede negar que el combate puede resultar en una decepción para cierto tipo de jugador. Por un lado, el número de combos y habilidades que podremos usar, sin estar mal en absoluto, no es suficiente como para que no acabemos haciendo siempre lo mismo; y por el otro, en la única dificultad en la que se puede jugar la primera vuelta del juego, sin recurrir al modo fácil, es bastante raro morir en combate y si sucede reapareceremos con todas las pociones cargadas y lo superaremos con suma facilidad. No hay desafío alguno en la experiencia normal del juego y eso podría parecerle un poco insulso a según qué tipo de jugador.
Clive emplea siempre el mismo tipo de espada (aunque cambie diseño y estadísticas), por lo que siempre realiza los mismos combos. Del mismo modo, no hay mucho que hacer a la hora de conseguir espadas mejores o equipamiento con mejores beneficios. Siempre está todo en las mismas tiendas y se compra sin complicación alguna jugando la historia principal.
Mención especial merecen los encuentros con los eikon. Estos combates contra jefes finales no son tampoco desafío alguno por lo general. Pero sí que son secuencias de combate y cinemáticas con unos niveles de producción extraordinarios. Se hace sobrada justicia a la importancia que las invocaciones como Shiva, Bahamut, Ifrit y compañía han tenido siempre en 'Final Fantasy'.
Ojalá hubiera un poquito más de profundidad a la hora de conseguir el mejor equipo y coleccionar las mayores rarezas del juego, pero no la hay. Lo que nos lleva a hablar de las misiones secundarias, que por suerte no todas son tan insulsas y olvidables como las de 'Final Fantasy VII Remake', pero siguen sin ser especialmente divertidas. En ocasiones estas tareas secundarias no aportan beneficio alguno, consisten en objetivos aburridos o no aportan nada en general. Por supuesto, las hay salvables y algunas consiguen mejoras permanentes para Clive, para la guarida o ayudan a conocer mejor el pueblo de Valisthea y a sus habitantes.
En general, 'Final Fantasy XVI' tiene todos los ingredientes para ser uno de los grandes juegos del año. Sus valores de producción están a la altura de la leyenda de la saga, sus personajes son encantadores y carismáticos, el combate es realmente divertido aunque le falte un puntito de variedad. La saga tiene mucho que celebrar con una entrega así de pulida. Ojalá un poco más de profundidad general en todos los aspectos para poder estar ante algo totalmente redondo e histórico, pero a pesar de esto los fans de 'Final Fantasy' están realmente de enhorabuena.