El nombre de Mojiken Studio no está entre los más reconocidos de la vertiente independiente de la industria del videojuego, pero cuentan con el renombre suficiente para que su nuevo trabajo, 'A Space for the Unbound', haya conseguido llamar la atención en los meses previos a su lanzamiento. Incluso para quienes no se hayan acercado nunca a uno de sus trabajos anteriores (y son ya 14 los juegos que han lanzado desde la fundación del estudio en 2013) resultaba atractiva esa demo que apareció hace un tiempo en sitios como Steam e Itch.io.
Viaje al centro de la menta
Ahora ha llegado el momento de experimentar la experiencia completa con el lanzamiento del juego en diversas plataformas (lo hemos podido jugar en Nintendo Switch) y hemos podido constatar que las primeras impresiones que nos hicimos jugando el prólogo hacen justicia al resultado final. La obra del equipo indonesio dirigido por Dimas Novan D. cuenta con una de las primeras grandes historias del año.
Lo que aquí acontece tiene lugar en una ciudad ficticia inspirada en la Indonesia de los años 90 y ese es el primer acierto de la propuesta. Esta ambientación resulta extraordinariamente exótica en el mundo del videojuego, siendo las tradiciones indonesias y su cultura algo que se ha explorado realmente poco en el medio. Lo que añade valor a esta ubicación de la historia es el tono costumbrista que nos regala, pues estamos ante una suerte de aventura gráfica donde no haremos mucho más que pasear de un lado a otro y navegar entre diálogos con los protagonistas y los habitantes de la ciudad.
En este punto merece la pena destacar que Mojiken nació como un estudio de ilustración, esto es algo que ha repercutido notablemente en el arte de sus muchos juegos y en el caso de 'A Space for the Unbound' no se hace ninguna excepción. En esta ocasión el estudio ha optado por el pixel art y en ningún momento podemos decir que canse esta decisión visual porque la dirección de arte, a cargo del propio director del juego, es sobrecogedora. Las calles de la ciudad están repletas de detalles y los escenarios más oníricos son de una gran belleza. Concretamente la versión de Nintendo Switch brilla en modo portátil, pero se defiende perfectamente si decidimos jugarlo en una pantalla grande.
Es cierto que las animaciones al interactuar con escenarios y personajes son muy pobres y el juego recurre a menudo al fundido a negro para ahorrarse animaciones complejas, pero el movimiento de la ciudad y sus habitantes cumple sobradamente para acompañar con éxito a la ambientación.
Sonoramente también existe un despliegue impresionante con melodías evocadoras y canciones originales vocales que aparecen en los momentos más emotivos. A pesar de la calidad indiscutible de la BSO, en no pocas ocasiones se echa en falta que la música desaparezca y brillen más los sonidos de la calle y los ciudadanos. A menudo nos encontramos yendo de aquí para allá, recogiendo objetos o hablando con los vecinos para hacer progresar la historia y en esos momentos las melodías suenan en bucle y acaban cansando cuando en un principio parecían composiciones muy agradables. Quizás en esas ocasiones la ausencia de música podría cederle el protagonismo a los ruidos de la calle, dando así un brillo extra a las escenas costumbristas de tenderos trabajando y niños jugando en la calle que tanta relevancia tienen en el contexto del juego.
Desgraciadamente no es la primera vez que un videojuego de Mojiken brilla en lo visual y deja un poco que desear en lo mecánico. En este caso contábamos que estamos ante una aventura gráfica (al menos es el género al que más se asemeja), por lo que no se le puede criticar que el 90% del juego sea caminar y hablar. De hecho, el problema radica en todo lo contrario, de vez en cuando el juego introduce un par de minijuegos que están demasiado vistos, no aportan mucho y no suponen ningún atractivo añadido a la aventura. Si realmente la interacción se hubiera limitado a caminar y hablar, nos habría resultado mucho más coherente.
Por suerte este pequeño tropiezo es muy fácil de perdonar cuando nos centramos en lo realmente importante de 'A Space for the Unbound', que es su historia. En este relato encarnamos al joven Atma y exploramos su relación con Raya, una chica de la ciudad con quien comparte un vínculo muy especial. Comentar casi cualquier detalle de lo que sucede entre ellos a lo largo de la historia podría desbaratar una de las grandes sorpresas del guion, pero basta decir que en esta narrativa de fantasía y costumbrismo indonesio las cosas no son en absoluto lo que parecen.
Lo que no podemos obviar de ninguna manera es que la forma en la que se nos cuenta lo sucedido entre Atma y Raya y el mensaje que queda cuando hemos finalizado el juego es de lo más memorable que hemos podido experimentar en bastante tiempo. Podríamos asegurar que estamos ante una de las primeras grandes historias contadas por un videojuego en 2023, porque la sensibilidad y la narrativa con la que han escrito el juego los guionistas de Mojiken no se encuentra todos los días,
Este ha sido sin duda el proyecto más ambicioso de Mojiken y eso se nota en cada aspecto de la obra. Quizás parte de esa ambición le juegue a la contra a una historia que se alarga mucho más de lo deseado por el abuso de momentos en los que se nos obliga a visitar los mismos sitios de manera muy repetida para resolver puzles que en ningún caso suponen dificultad alguna. Si el juego se hubiera decidido a ser aún más narrativo, prescindiendo de algunos intentos de rompecabezas que no aportan nada realmente positivo, quizás estaríamos ante un conjunto bastante más redondo. Además, destacar que el juego basa todo su peso en el texto y que no hay traducción al español.
Sea como sea, la combinación de ambientar los sucesos en la Indonesia de los años 90, la historia de Raya y Atma y el mensaje que subyace en la misma nos hacen pensar que podríamos estar ante uno de esos indies que marcan a miles de jugadores. Una historia como la de 'A Space for the Unbound' conseguirá calar sin duda alguna como otros pequeños relatos que hicieron historia, como 'Undertale' o 'To The Moon'. Ojalá en Mojiken nunca cambien y sigamos viendo muchos más trabajos cargados de sentimiento y significado.