El 13 de Febrero 2018 | 11:24
La gran mayoría de las disciplinas consideradas arte, tienen un elemento diferenciador que las hace únicas. La imagen en la pintura o la fotografía, el sonido en la música... Y, como a mí me gusta decir, la jugabilidad en los videojuegos. Aquello que, no solo puede representar el aspecto diferenciador o más marcado, sino incluso el más importante o con mayor peso. Sin embargo, y más allá de que todo eso pueda ser discutible a gustos de cada uno, entiendo que hay algo que es fundamental en cualquier tipo de expresión artística: la creatividad. Y esta, se puede encontrar en otros muchos aspectos de la vida. Está en la palabra, por supuesto; en un pensamiento; en un invento; o en el caso de los videojuegos, en un desarrollo o en una historia.
¿Una utopía?
Ya sabemos que la industria del software de entretenimiento es un entramado económico según el cual lo único que importan son los beneficios. Y hasta llega a ser comprensible que las compañías solo promuevan los desarrollos más rentables, para así poder proseguir con la misma historia una y otra vez. Pero, justo en todo ese charco de oscuridad, se encuentran aquellas personalidades o estudios, que de alguna forma, se niegan a prescindir de su creatividad. Personalmente, creo que uno de los máximos exponentes es el bueno de Hideo Kojima, pero no es el único. Y en ese sentido, el mercado independiente siempre es un buen pozo donde encontrar agua cuando muchos se pensaban que, en general, estábamos secos. Dejar rienda suelta a la imaginación, para conseguir no solo que un videojuego sea algo único, sino que cada uno de los videojuegos también puedan serlo.
En ese punto es donde yo me encuentro con 'Candleman'. O en este caso, con su versión completa: 'The Complete Journey', que recientemente ha salido para PC (Steam), dispuesto a iluminar nuestro camino una vez más. Sí, aquel juego que en su día no hizo tanto ruido como merecía, al llegar de forma exclusiva a Xbox One, y que ahora vuelve con fuerza, junto a todo el contenido adicional disponible, y hasta un modo de juego completamente inédito -y bastante divertido, por cierto. ¿Merece la pena hacerse con él? Eso es lo que vamos a averiguar a lo largo de este análisis que comienza. Pero de entrada, ya os digo que su desarrollo pausado y tranquilo, y a la vez sencillo y rompedor, me ha atrapado por completo.
Una alegoría a las inseguridades
No nos vamos a engañar. No es que el argumento de 'Candleman: The Complete Journey' vaya a pasar a la historia. Ni mucho menos. Pero tampoco sería muy justo obviar que, bajo un pretexto que da más importancia a la capacidad del jugador para imaginar, visualizar y sentir, se esconde una pequeña historia llena de verdades e ideas interesantes. ¿A qué tenemos miedo? ¿Debemos realizar un viaje interior igual que la vela de este juego? Porque sí, nosotros somos una pequeña y asustadiza vela, que con el objetivo de brillar tanto como el faro que perseguiremos durante el juego, se embarca en un viaje en el que deberá ir puliendo sus miedos, sus inseguridades. Lo verdaderamente interesante, es que a nivel práctico, esto se traduce en un juego donde todo es rompedor e original. Desde el primer momento.
Nuestra vida -si podemos llamarlo como tal dado que somos una vela-, es tan fugaz como la mecha que nos da pie a iluminar el camino. En otras palabras, a nivel jugable disponemos de 10 segundos -a repartir según nuestra conveniencia- para iluminar los escenarios. Si se nos acaba la cera, morimos. Lo cual también puede ocurrir de forma inmediata a través de los múltiples peligros a los que nos enfrentaremos (enemigos, saltos al vacío...). ¿Qué significa esto? Muy fácil: que nuestro estado natural es ir con la mecha apagada, de manera que solo tendremos que encenderla -manteniendo el botón puslado- cuando el escenario lo reclame. ¿Nuestro objetivo? Evitar los peligros al mismo tiempo que buscamos la salida del nivel, y vamos encendiendo velas coleccionables por el camino.
Creando mundos lógicos
Dicho así puede parecer algo sencillo: y lo es, pero de forma innovadora al mismo tiempo. No es solo el hecho de que partamos desde una idea interesante y diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora. También es importante el hecho de que cuando se plasma a nivel jugable, nos encontramos con una variedad de situaciones la mar de interesante. Sí, 'Candleman' es un indie de plataformas y puzles que, en realidad, no dista mucho de ninguno de los grandes juegos del género que hayamos podido probar. Tiene algo de juego zen y relajante, y supone un reto jugable en todo momento. Pero, generalmente, crea mundos y mecánicas que juegan de forma magistral con esa premisa inicial: es decir, la luz y la oscuridad.
Desde saltos que hay que medir de forma muy precisa debido a la falta de iluminación, hasta elementos naturales del escenario que reaccionan de forma muy diferente al calor. Unas veces a nuestro favor, otras de manera muy peligrosa para nuestra integridad. Podría citar multitud de ejemplos que me han llegado a sorprender muy gratamente, pero sinceramente, creo que una de las grandezas de este juego radica precisamente en la experimentación constate, desde que empiezas hasta que terminas. Hay fases más cortas y otras más largas, pero en todos los casos, la sensación es de que se avanza constantemente, deseando conocer qué nos espera en el siguiente nivel -o mundo.
El equilibrio justo
Otro de los aspectos que me han gustado mucho, y que sin embargo puede causar algo de reticencias a algunos, es el equilibrio entre lo relajante y lo retante. De algún modo, entiendo que el juego no exige una gran habilidad a los mandos -o al teclado, claro- en ningún momento. Pero por otro lado, también se debe ser muy consciente de que te hace permanecer de forma concentrada en todo momento. En otras palabras, aunque no todos los niveles te harán morder el polvo -y además hay checkpoints en todos ellos, y 10 vidas para pasarlo-, en ningún momento pararás de realizar saltos interesantes, o de resolver puzles originales. He leído por ahí que el juego se torna repetitivo, y aunque quizás es algo más subjetivo, desde mi punto de vista eso no tiene -ni puede tener- lugar de manera reiterativa. No solo por su duración -sin coleccionables y modos extra, unas 5-6 horas-, sino también porque cada mundo ofrece nuevas mecánicas, y cada nivel una vuelta de tuerca a esas mismas mecánicas.
Lo que sí que es realmente imperativo, es el hecho de que no debéis esperar de él un juego ágil y frenético. Y no porque no se pudiera prestar a ello -he ahí el problema-, pues la estructura de los niveles sí daría pie a esa tesitura, sino más bien porque los controles son pausados y relajantes. La vela se mueve a una velocidad realista de cara a lo que el juego nos quiere contar. Y aunque no es un título zen, donde se da más importancia a lo que vemos que a lo que sentimos a los mandos -todo lo contrario-, sí quieren que nos centremos en disfrutar de forma pausada de cada momento. Como si realmente nos pudiéramos llegar a sentir como la propia vela. Es verdad que a nivel de magia, tiene su qué. Pues es precioso saltar de flor en flor en un lago mientras escuchamos el sonido del agua caer. Pero esa sensación de que el personaje es tosco y lento creo que le quita algún entero a la experiencia final. Para no romper la harmonia de la ambientación, yo habría optado por incluir un modo de velocidad "extra" para una segunda vuelta, por ejemplo.
Novedades para dar cera
Hablando ya de las inclusiones de esta edición completa, podemos decir que además de traer de serie el DLC Lost Light (aunque está integrado en la historia de manera que si no lo sabes, ni te das cuenta), también incorpora mejoras de rendimiento que gustarán a los más acostumbrados a jugar en PC: desde una optimización de framerate que se nota, hasta soporte para resolución 4K. Sin embargo, si tuviera que comentar el porqué la versión para compatibles es la más recomendable que existe hoy en día para el juego (seguro que lo vemos en más plataformas en el futuro), no tendría ninguna duda en mencionar que el nuevo modo "Challenge" tiene la culpa. Son, básicamente, los mismos niveles, pero con un objetivo de tiempo para terminarlos. Aquí se dejan de lado las velas coleccionables, y vemos un fantasma que representa la marca objetivo. Lo cual se traduce, de manera realmente divertida, en una especie de carrera.
En definitiva, 'Candleman: The Complete Journey' es clásico y revolucionario al mismo tiempo; experiencia relajante y retadora casi a partes iguales -aunque relativamente fácil-, y sobre todo divertido y bonito. Es una verdadera pena que el ritmo de juego y la curva de dificultad no estén a la altura de otras facetas del mismo, porque de haber sido así, probablemente sería uno de los grandes indies de la actualidad, al nivel de vacas sagradas. Si además tenemos en cuenta que la relación calidad-precio es de lógica aplastante en este caso (14,99 euros), yo entiendo que no se le puede dar tanta cera -nunca mejor dicho- como se la he visto dar por parte de algunos. Ofrece mucho más de lo que cuesta, y a poco que te gusten las plataformas, los puzles, o ambos, te atrapará sin remedio. Y sino, lo harán su bella pero sencilla historia, o su mágico apartado artístico.
Lo mejor:
- Es original y rompedor. Su simpleza aparente guarda mucha profundidad.
- Cada mundo añade mecánicas completamente nuevas.
- Resulta relajante, pero al mismo tiempo supone un reto interesante.
- Técnicamente no destaca, pero a nivel artístico te absorbe por completo. Además es muy inmersivo.
Lo peor:
- Le falta agilidad y rapidez en los controles.
- La curva de dificultad no es especialmente ascendente. No todos los niveles satisfacen por igual.
- Coleccionables y contrarreloj aparte, no es muy largo ni rejugable.
- Algunos errores en los subtítulos, incomprensibles.
- La banda sonora no está a la altura de los efectos.