Lo que más difícil resulta al comenzar a escribir sobre 'Call of Duty' viene con la incertidumbre de decidir a quién escribir. Al fan incondicional de la saga hay poco que decirle a estas alturas, ni creo que precise y valore mucha crítica; el desencantado de 'Call of Duty' puede dejar de leer en esta misma línea, ya que aunque haya un cambio de tercio con 'Call of Duty: WWII' supone una entrega perfectamente reconocible dentro de la saga y la tradición de los últimos tiempos. Así, sólo queda una tercera parte de jugadores que precisan de una crítica como esta: los dudosos. Para ellos hay buenas noticias con la nueva entrega.
Sucede que 'Call of Duty' se ha convertido en un elemento de nomenclatura tan determinada que tiene más que ver con una saga deportiva, que con congéneres del FPS. Por ello, los términos en los que necesito hablar de 'Call of Duty' tienen que caer en la constante comparación endogámica, saltando entre diferentes entregas de la franquicia para llegar a comprender momento actual. De otra forma no tendría sentido alguno lo relevante que resulta en esta ocasión que nuestros pies vuelvan a estar en el suelo, por fin. O, por ejemplo, el hecho de que volver a la Segunda Guerra Mundial implique igualmente un ritmo de juego ensordecedor en comparación a 'Call of Duty 3'.
Un paso atrás, para dar un paso adelante
Así, el precedente inmediato de Sledgehammer Games, el estudio más novato en la saga, se localiza en 'Call of Duty: Advanced Warfare'. Con la entrega futurista este equipo debutó con un juego muy notable, y también muy notorio. Un soplo de aire fresco propio de la nueva sangre a los mandos de la máquina, que en 'Call of Duty: WWII' vuelve a ser patente a todos los niveles. Sledgehammer Games sigue siendo un estudio con ideas renovadas para la saga: se ha convertido por derecho en el equipo más solvente de entre los implicados en la firma -Treyarch e Infinity Ward son los otros dos-, y cierran este juego todavía con esa sensación irreductible de que no han enseñado por completo de lo que son capaces.
Con 'Call of Duty: Advanced Warfare' el doble salto se apoderó de la partida, en un juego rápido y ágil de diseño vertical. Un modo de hacer que marcó los siguientes paso de la saga, tras un jadeante 'Call of Duty: Ghosts'. Por casualidad -prefiero pensar que por talento-, ahora son ellos los llamados a volver a cambiar el rumbo de la franquicia, con un regreso añorado a la Segunda Guerra Mundial. Posiblemente entre en juego la subjetividad más absoluta, pero yo soy de los que aplaude el regreso el enfrentamiento nazi. Igual que en 'Battlefield 1', las características del contexto histórico condicionan la propuesta jugable: fuera el armamento futurista, fuera el movimiento que rompe con la gravedad, y en favor nos encontramos con un juego que premia de nuevo la habilidad en la mira del fusil, y la inteligencia al manejarse por el mapa.
Los mapas también están necesariamente condicionados por el nuevo estilo de juego. La verticalidad queda a un lado, para mapas de un tamaño algo mayor repartidos en diferentes instancias. En cada uno de los escenarios se recogen algunas de las localizaciones clave del enfrentamiento, todo envuelto en el tono gris que emerge de la Guerra Europea. Mientras la simetría se apodera de las zonas centrales de cada encuentro, con áreas propias para el enfrentamiento cara a cara favoreciendo el constante movimiento de los jugadores en el escenario. Sledgehammer Games serán los chicos nuevos en la oficina, pero muestran los deberes hechos al manejar al dedillo el a-b-c del diseño de mapas de 'Call of Duty'. En este caso su propuesta es necesariamente conservadora a lo que tuvieron que desarrollar en 'Call of Duty: Advanced Warfare', pero aun así presentan una selección respetable.
Con todo ello, 'Call of Duty WWII' sigue siendo un juego rabiosamente rápido. Frenético. Sigue abriendo distancia con la propuesta de DICE, que premia más al que medita que al rápido de reflejos. Resulta sorprendente, de hecho, que el modo de jugar a 'Call of Duty WWII' sea tan similar a las últimas entregas, a pesar de acudir a un cambio tan profundo en la manera de desplazarse e interactuar sobre el escenario. Despierta una suerte de familiaridad, que no niega el hecho de que ciertamente estamos ante juego es más contenido, más pausado, más estratégico, más ágil, más próximo a la Treyarch de sus mejores momentos. Le hacía falta.
Modos de juego
Continuista también en modos de juego, el modo Zombi cada vez tiene mayor protagonismo y menos contenido de lanzamiento. Mientras, el modo competitivo sí crece en esta ocasión. A todos los estilos de afrontamiento habituales, el modo Guerra que pudimos estrenar en la beta se descubre como la gran novedad. Un enfrentamiento por objetivos, que recuerda a los principales modos de DICE, pero sobre todo a lo que Respawn propone en 'Titanfall'. El modo Guerra estructura la partida en diferentes áreas y objetivos: así, debemos enfrentar y defender zonas determinadas, que marcan el retroceso o avance de nuestra tropa para llegar así al ganador de una partida. El juego en equipo y la colaboración prima en este estilo, que durante el transcurso de la partida no muestras las bajas individuales, todo para que nos preocupemos de sumar puntos colaborando con nuestro pelotón. Divertido, funcional, refrescante, pero en ningún caso un sustitutivo del Duelo por Equipos como protagonista.
Sin embargo, y en el fondo de 'Call of Duty: WWII', queda una tremenda sensación de que se lanza como un juego para salvar los trastos. La carrera espacial de las últimas entregas de la saga necesitaba con urgencia un freno en seco. Juego a juego hubo un empeño empeñó en llevar una idea a sus últimas consecuencias, aproximándose a un precipicio por el que, de hecho, llegaron perderse no pocos jugadores habituales. Ahora estamos ante un paso atrás, un encuentro para poner los pies en la tierra de una manera literal, pero también metafórica; con un juego que si acaso se termina celebrando lo será más por su papel como rectificación, que por su propio mérito como obra individual.
Campaña
La última cara de Sledgehammer Games muestra la campaña individual, a la que ya le dediqué un análisis pormenorizado en un artículo complementario a este. Un camino por las principales incursiones de la Segunda Guerra Mundial acompañando, claro, a los aliados yanquis en su travesía desde el desembarco hasta la gloria. No resulta conveniente equiparar lo que aquí se narra a los referentes del género cinematográfico, como 'Salvar al soldado Ryan', porque claramente la obra de Sledgehammer Games es mucho más comedida. No obstante, la campaña de este juego merece la pena unas horas, ya que logra despertar empatía con un pequeño pelotón, mientras presenta una variedad de situaciones muy atractiva. Ni en un sólo fotograma deja de ser la sucesión de scripts y explosiones orquestadas que cada 'Call of Duty' recoge desde hace una década, pero aún con eso merece nuestra atención. Especialmente interesante cómo convierte al personaje principal en un narrador de la historia, en una suerte de espectador, y no en el héroe todopoderoso con el destino de la civilización en sus manos. La campaña, además, hace gala de lo que resulta indudable: 'Call of Duty WWII' continúa representando la superproducción de altos vuelos, con un cuidado en lo visual que da en conclusión un juego verdaderamente impactante. El trabajo efectos de sonido también se figura entre de lo mejor que ha pasado por mi consola en los últimos tiempos.
Conclusión
En estos pequeños detalles Sledgehammer Games muestra los destellos de su talento, pero sigue dejando la sensación de quedarse a medias. Al estudio le falta quitarse la pegatina de "novato" para pegar un golpe en la mesa de cara a futuros juegos y romper con muchas de las ideas preconcebidas que lastran 'Call of Duty'. Si alguien puede hacerlo, son ellos. Hoy la saga les debe mucho, porque 'Call of Duty WWII', sin ser un juego ni mucho menos brillante, es el mejor desde hace tiempo.
Analizada la versión de Xbox en una Xbox One X.