Tenemos suerte de contar con 'Bloodstained'. Cuando ya podíamos rezar nuestro réquiem por la franquicia de Konami surgió este sucesor espiritual que se tomó la titánica tarea de recuperar lo mejor de sus videojuegos y pasarlo a la nueva generación de videoconsolas con un toque nostálgico y moderno a la vez. El principal objetivo fue darnos 'Bloodstained: Ritual of the Night' vía Kickstarter y centrarse en los puntos fuertes de un buen metroidvania, pero extrañamente la saga ha evolucionado hacia otro lado. Se podría decir que ahora son dos ramas de videojuegos, ambas en dos continuidades diferentes.
'Bloodstained: Curse of the Moon 2' fue una muy agradable sorpresa cuando se anunció por sorpresa este verano. El regreso de Inti Creates para ofrecernos una experiencia que superase con creces a aquel primer videojuego que predeció al título base del Kickstarter: esta vez con una mayor identidad propia, sus jefes exclusivos y el asentamiento de lo que muchos deseábamos. El legado de 'Castlevania' vive.
Las crónicas de Zangetsu
La trama de 'Bloodstained: Curse of the Moon 2' es confusa en caso de que vengas de cualquiera de los juegos anteriores. Los sucesos que vivimos se encuentran en una línea temporal completamente diferente a la de 'Ritual of the Night', por lo que no esperéis ninguna conexión entre ambas entregas; los personajes y enemigos a los que nos enfrentamos juegan papeles absolutamente diferentes. Lo extraño es que tampoco queda claro cómo encaja el primer 'Curse of the Moon', el cual se deja caer que sucedió antes de esta aventura pero ignora por completo el final con el que cerraba la aventura.
Dejando la confusión a un lado, de forma individual 'Bloodstained: Curse of the Moon 2' sigue una trama sencilla. Volvemos a tomar el control sobre Zangetsu, cazador de demonios, quien debe frenar el avance de estos por el mundo gracias al poder que obtienen de un nuevo señor en un castillo siniestro. Para combatir el mal se nos unen Dominique, uno de los NPC de 'Ritual of the Night'; Robert, un compañero de guerra de Zangetsu nuevo para la saga; y Hachi, un corgi que conduce un robot mecanizado steampunk con fuerza imparable. Por si cuatro personajes fueran pocos, para el capítulo final se suman los tres originales de la entrega anterior: Miriam, Alfred y Gebel, conformando así un equipo de hasta siete personajes que podemos cambiar al vuelo.
La clave está en esos capítulos que mencionamos. La historia no progresa entre las ocho fases que debemos superar, sino que da los detalles de cómo continua al principio y final de los tres episodios en los que se divide. Cada uno nos anima a volver a superar las mismas fases, aunque con algunos cambios en la dificultad, los caminos disponibles gracias a los miembros de nuestro equipo y un jefe final de episodio siempre diferente para complicar las cosas.
La determinación de Dominique
La auténtica fortaleza de esta división de episodios está en el tercero y último. Los dos primeros son plataformas de acción básicos sin apenas variación, lo cual hace algo pesada la idea de volver a pasar por los mismos lugares otra vez. Pero en nuestra tercera visita las cosas cambian radicalmente. El juego nos deja seleccionar las fases al orden que deseemos, y en cada una de ellas obtendremos a uno de nuestros seis compañeros organizados de forma aleatoria. Pronto nos damos cuenta de que estas fases son mucho más grandes de lo que parecía, con hasta tres rutas que recorrer, caminos ocultos y potenciadores que nos ayudarán en nuestra guerra contra los demonios.
Encontrar estas mejoras permanentes exige no sólo exploración, sino regresar con algunos personajes que nos puedan abrir el camino; quizás en una primera partida consigamos una mejora de salud casi de inmediato, pero si volvemos a empezar de cero no lo consigamos hasta casi el final. Aunque se nos dé la opción de seleccionar el orden de las fases estas siguen teniendo un jefe final pensado para ser abatidos de forma progresiva, y los más tardíos es mucho más difícil derribarlos con sólo nuestro equipo inicial. Resulta casi trivial que se nos dé esa opción, es casi obligatorio seguir pasando por el orden inicial si queremos tener una posibilidad contra estas bestias.
Es una manera fantástica de añadir rejugabilidad al título, sumar horas de juego y convertirlo en un título mucho más sólido que la primera entrega. Aquella apenas duraba entre tres y cinco horas, pero con los nuevos episodios y planteamientos preparaos para un alrededor de diez horas de juego para alcanzar el final verdadero. Esto deja de lado los numerosos extras a nuestra disposición, como el episodio adicional Ex o el Boss Rush que desbloqueamos tras la aventura. Eso sí, no podemos dejarlo tras la primera partida, y esa repetitividad puede hacerse muy evidente al poco tiempo de juego.
El apoyo de Hachi
Usar a todos los personajes a nuestra disposición de maneras diferentes se aprovecha especialmente en un modo en concreto: el cooperativo añadido que exigía a gritos la primera entrega. La combinación de héroes permite no sólo avanzar de manera más eficiente y pasando un buen rato, sino que deja hacer locuras al unir algunos poderes y así masacrar al enemigo. El capítulo final está especialmente pensado para ser completado de esta forma, aunque necesitamos un buen amigo en el que confiemos para la tarea.
Podemos sacar a relucir todo esto en los fantástico niveles, diseñados con un cariño especial y llevando más allá las posibilidades de su estética 8 bits de lo que jamás pudo su predecesor. Cuando brilla especialmente la aventura es cuando hacemos frente a los jefes finales, absolutamente originales en su mayoría y un reto nuevo al que hacer frente que deja de lado la idea de reciclar enemigos de 'Bloodstained: Ritual of the Night'. Los diseños de algunos de estos jefes son imaginativos y llenos de posibilidades para diferentes clases de combate, a lo que hay que sumar una importante corrección que podíamos achacar a la aventura anterior: se han retirado los pozos sin fondo en estos enfrentamientos y se ha ajustado el desafío contra ellos, convirtiendo el juego en un reto mucho más justo.
Eso sí, tenedlo claro: esa dificultad va a brillar a medida que avancemos. 'Bloodstained: Curse of the Moon' dejaba su modo difícil para la segunda partida e incluso entonces no destacaba por ser un reto especialmente dificultoso, pero esta segunda parte pone al límite nuestra capacidad con el mando. La inspiración con los antiguos 'Castlevania' se ha llevado hasta su exigencia en el control, y aunque contemos con tres tipos de ajustes (casual, veterano y legendario, un nuevo modo que resucita a los enemigos fuera de pantalla y rebaja nuestro contador de vidas al morir con cualquier personaje) seguiremos pasándolo especialmente mal en algunos de los enfrentamientos, sobre todo en el episodio final.
Conclusiones
Todo lo que podía querer de un juego clásico de la saga de Konami se encuentra en 'Bloodstained: Curse of the Moon 2'. La primera entrega era un pequeño extra al conjunto de 'Ritual of the Night', pero esta se quita ese estigma y obtiene su propio espíritu a la vez que resucita el de la clásica franquicia. Es un título mucho más fuerte y sólido, a la altura de los mejores juegos de su época.