En la industria hay franquicias más sonadas que otras. 'Atelier' encaja en un punto en el que, si bien no es una saga de juegos con mucha repercusión en el mercado occidental, ha conseguido sosechar el suficiente éxito y amor de los fans como para alcanzar dieciocho títulos. Y no hay razón para que no lo hiciera: tiene espíritu, un concepto original con el que presentarse, una presentación propia y llamativa.
Después del éxito de 'Atelier Sophie' estaba claro que Koei Tecmo querría continuar con el camino que había comenzado. No se podía permitir desaprovecharse una franquicia con tanto recorrido tras la que es considerada como una de sus mejores entregas. Y aquí es donde encaja 'Atelier Firis: The Alchemist and the Mysterious Journey', como secuela de su historia y con el peso de venir tras la adorada de todos Sophie. El reto que tiene por delante es importante: llegar a la alturao incluso superar a su antecesor.
Ingredientes y catalizadores
Firis es una joven que vive en un pueblo subterráneo alejado del peligroso mundo que existe ahí fuera. Su trabajo es sencillo: localizar materiales gracias a su intuición especial y así enriquecer al poblado. Pero eso no es lo que quiere. Es una muchacha que quiere explorar y descubrir las maravillas que le esperan más allá de las puertas que le separan del resto del universo. Así que tras conocer a Sophie se decide a hacer algo que los demás no terminan de ver bien: se convertirá en alquimista.
Así empieza la historia de una prometedora aprendiz de alquemista. Es un principio sencillote que nos anima a descubrir las mecánicas de la saga en una suerte de tutorial que nos enseña a arreglárnoslas en el poblado y aprender cómo se hace eso de la alquimia. Su argumento, sencillote y sin mayores pretensiones, pretende imitar a otras fuentes anime para que sencillamente pasemos un buen rato y disfrutemos de un viaje lleno de bajones y subidas.
Porque tampoco es que su historia sea uno de los elementos más fuertes que el título es capaz de ofrecernos. Comienza simplona y nos reta a arrojarnos de lleno en su mundo, porque en caso contrario no veremos más que fallos graves que retarán nuestra capacidad para creernos lo que sucede. Como por ejemplo, el miedo de unos padres por dejar que su hija salga del poblado para que muera a manos de las peligrosas bestias existentes, pero que esté bien que su hermana sí pueda explorar el mundo.
Con el poder de la alquimia
En defensa de los padres hay que decir que tampoco es que Firis sea especialmente fuerte; y así debe serlo, porque este no es un juego centrado en su combate. Desde luego es un JRPG y como tal sí que las batallas tienen un elemento vital en su fórmula, ya que debemos luchar si queremos entrenar y volvernos más fuertes. Derrotar bestias nos da experiencia y algunos materiales, así que no puede evitarse en su totalidad. Sin embargo, el juego está dirigido hacia su mecánica de la alquimia.
Debemos convertir a Firis en alquimista, y para ello debemos probar nuestra suerte mezclando elementos e ingredientes para crear diferentes objetos. Desde bombas y objetos de curación que podemos usar en diferentes ámbitos hasta muebles decorativos o para solucionar problemas de pueblerinos que necesiten de nuestra ayuda: la alquimia nos permite hacer de todo, siempre y cuando contemos con todos los ingredientes de la fórmula y el nivel de alquimia adecuado, el cual se adquiere, cómo no, por medio de la práctica.
Esto es lo más interesante y su punto fuerte. La alquimia es el centro de la historia y del juego, y como tal, de no saber aprovecharla a nuestro favor, será difícil avanzar. Firis es realmente débil en combate al contrario que sus compañeros, pero si usamos adecuadamente objetos adquiridos por medio de la alquimia puede ser mucho más peligrosa que cualquier guardaespaldas fuertudo. Además la experimentación creando objetos es algo de lo más divertido, y si queremos dinero también tendremos que tirar de esto. Las mecánicas de juego de verdad están dirigidas hacia que la alquimia sea el punto central del universo que nos rodea.
Un mundo enorme pero sin tiempo
Puede parecer que todo es perfecto si tenemos en mente que la alquimia es el centro de todo, pero por desgracia el propio título va en su contra. Y es que para hacer alquimia necesitamos materiales, y estos hay que recogerlos y están en distintas partes del mundo. Puede parecer obvio, pero es más problemático de lo que suena. Porque se han juntado para ello dos conceptos que no funcionan bien a la hora de la práctica: un mundo abierto y extenso y un límite de tiempo.
Si queremos que Firis sea alquimista tenemos un año dentro del juego, o si no estará obligada a trabajar buscando minerales en su pueblo el resto de su vida en su pueblo: la gente que vive en él no le da derecho a decidir sobre ello. Y cada mínima acción que hagamos hará pasar el tiempo: desde trabajar en la alquimia, luchar con monstruos hasta recoger materiales del suelo; y por supuesto, caminar. A esto hay que sumar todo el recorrido que debe hacerse, porque debemos buscar en pueblos y ciudades otros alquimistas para lograr sus cartas de recomendación para siquiera tener la oportunidad de poder hacer el examen. Y por supuesto, hay que practicar nuestra vocación, combatir y buscar a más miembros que nos acompañen en el viaje.
Hay títulos de mundo abierto con límite de tiempo, pero suelen funcionar con una mecánica que da opciones de regresar al pasado o que son de una duración corta. 'Atelier Firis' no es un juego corto: su duración es bastante alargada hasta superar la veintena de horas, y el tiempo que se nos da es muy ajustado para cumplir con todos los objetivos que se nos piden cuando no nos dan un camino lineal y claro, sino un mundo abierto en el que puede resultar muy fácil pasar de largo de una localización sin saber que allí hay algo importante. Porque no cabe mucho lugar para la exploración, que al fin y al cabo si buscamos se nos penaliza con menos tiempo para otras cosas. No puedo evitar pensar que un mundo lineal en este caso hubiese funcionado mejor con el juego, o el mundo abierto sin un constante cronómetro que nos recuerde que no podemos siquiera recoger materiales que podrían ser útiles en el futuro.
Poco tiempo, poco espacio
A esto hay que sumar que el mundo de 'Atelier Firis' no termina de ser bonito. Hay localizaciones que pueden estar bien estéticamente, especialmente ciertas ciudades, pero por lo general el diseño del mapa no es especialmente ingenioso y sus gráficos son pobres. Sería fácil de ignorar si el título fuera capaz de correr a 30 FPS constantes, pero en ciertas ocasiones hay caídas de framerate muy grandes que ralentizan el juego por unos segundos. Esto es especialmente notorio en zonas cerradas como cuevas, y llama la atención desde el primer segundo de juego.
Además de ello la música no destaca especialmente, y mucho menos su doblaje inglés. Este título está claramente pensado para los amantes del anime y recomiendo jugarlo con sus voces japonesas, porque no son pocas las ocasiones en las que las dobladoras inglesas pueden ponernos nerviosos; especialmente Firis, quien tiene un tono muy llamativo. Tampoco su guión nos puede ayudar a tragar mejor con los personajes, los cuales pese a evolucionar correctamente durante el transcurso del juego cuentan con personalidades cliché poco atractivas.
Conclusiones
'Atelier Firis: The Alchemist and the Mysterious Journey' es un RPG que apuesta por un mundo abierto en la saga y quiere hacer su viaje el centro de todo, pero que no funciona como debería. El hecho de tener tiempo límite no nos hace disfrutar de su viaje sino que nos estresa y recuerda que no hay lugar al disfrute, sino sólo complicaciones y luchas internas por no explorar o detenernos a experimentar con la propia alquimia. Puede funcionar para los amantes de la saga y de aceptar el reto del tiempo límite puede descubrirse una joya dentro de su fórmula: pero para los demás puede echar a más de uno hacia atrás.
Analizada versión de PS4 en una PS4 estándar.