Nintendo Switch ha llegado para quedarse. Lo que entendíamos como una desesperada propuesta por parte de la gente de Kyoto es ahora un gigante dispuesto a hacerse con el control del mercado. Todo llega a Nintendo Switch. No nos importan las prestaciones; queremos jugarlo en su formato híbrido. Cambiar de pantalla cuando queramos. Jugar fuera de casa.
Es una jugada valiente que, no obstante, no siempre viene acompañada de garantías. Y es que la híbrida ya es hogar de títulos independientes, que se ajustan a sus capacidades y se convierten en propuestas imprescindibles para su formato. 'ARK: Survival Evolved' se encuentra dentro de estas particularidades. Sin embargo, se convierte en el ejemplo perfecto de cómo esta fiebre por el nuevo modelo de Nintendo también tiene sus puntos negativos.
Sobrevive como puedas
La estructura de 'ARK: Survival Evolved' no difiere en exceso de lo que podríamos considerar el núcleo de un título de supervivencia. Como su propio título indica, nuestro deber en la entrega de Wildcard es, reducido al denominador más simple, sobrevivir al mundo que nos plantean. Uno hostil. Donde no solo deberemos ser responsables de nuestros depredadores, sino que además será menester controlar la temperatura, el terreno, los víveres y la posición en la que nos encontramos.
La supervivencia que plantea el juego es notable desde el momento en que, a través de nuestro avatar, ponemos pies en el suelo por primera vez. No encontramos tutoriales o ayudas que nos indiquen cómo sobrevivir. Todo lo que tenemos es una serie de iconos fácilmente identificables (medidores de hambre, sed, energía o el peso que cargamos) y un instinto con el que actuar. Así los primeros pasos son fácilmente caóticos. Es común acabar en el estómago de una criatura prehistórica si no somos capaces de leer, aún, nuestro entorno. Especialmente si desconocemos los peligros de la noche.
Así, y con un sistema que mantiene nuestro progreso en forma de niveles, será nuestra tarea volver a la vida para aprender. Aprender que podemos recoger bayas del suelo con las que alimentarnos primero. Que, con su particular esfuerzo, podemos romper árboles con nuestros nudillos desnudos. Y que a partir de estos podemos fabricar herramientas básicas como picos —con los que obtener sílex y trabajar en lanzas o hachas— o antorchas para sobrevivir a la oscuridad de la noche. El trabajo en 'ARK' evoluciona poco a poco, a medida que el jugador descubre, siguiendo un clásico esquema de prueba y error, cómo funciona su mundo. Una curva de dificultad, por lo tanto, que se ajusta a las necesidades de cada persona y que no suele apretar la soga al cuello.
Sobrevivir siguiendo sus líneas, por supuesto, nos permitirá subir de nivel. Esto, a su vez —y siguiendo un clásico esquema extraído de los títulos de rol— nos permitirá mejorar nuestras estadísticas. Un punto esencial del que, de nuevo, cada jugador debe extraer sus propias conclusiones. Aumentar la vitalidad te hará menos propenso a las muertes por ataques de dinosaurios. Pero a veces contar con un contador de sed extendido o más capacidad en la mochila puede ser una carta triunfal.
No solo podremos repartir puntos para mejorar nuestras estadísticas. Sino que además subir de nivel se premia con conocimiento. Así será, de nuevo, nuestra misión elegir cuáles son los conocimientos que debemos obtener. Armas, objetos de utilidad, estructuras para crear un pequeño asentamiento... Las posibilidades son extensas, logrando una importante sensación de libertad. De aventura propia.
Contenido colosal, rendimiento bajo mínimos
Igual que sus posibilidades, el contenido en 'ARK' también se puede calificar, como poco, como algo extenso. El título nos abre puertas a un vasto mundo rico en naturaleza y criaturas que no pone fin a la exploración. Su concepto de libertad nos invita a recorrer poco a poco la prehistoria que Wildcard ha ideado para nosotros a través de la híbrida durante cientos de horas. Algo que podemos hacer de forma individual, pero que ofrece más prestaciones en su versión en línea — si somo usuarios de la plataforma online de la híbrida.
El título, de nuevo, nos insiste e invita a movernos. A descubrir. Es un sistema casi cíclico, en el que exploras, mueres y vuelves con la motivación de ir un paso más allá de donde cayó tu anterior avatar. Un concepto con un notable sabor a roguelike que, en combinación con sus capacidades y libertades conforman una propuesta especialmente atractiva y absorbente que dice mucho de sus cualidades básicas.
Sin embargo, y a pesar de que el título propone un concepto más que competente, sus ideas caen en saco rato frente a una optimización pésima. 'ARK: Survival Evolved' es, a nivel técnico, todo lo que no debería ser. En comparación con las prestaciones de Unreal Engine 4 en las versiones del resto de consolas Nintendo Switch se lleva la peor parte con un sistema técnico que hace del juego algo prácticamente impracticable.
Su rendimiento queda mucho más cerca de los problemas originales del título, cuando veía la luz en acceso anticipado, el pasado 2015 que en su versión actual. Gran parte de los elementos visuales se han eliminado, causando así que detalles como sombras obtengan una apariencia especialmente poco realista. Las texturas cargan a trompicones, ofreciendo una imagen borrosa del paisaje. Algo que no compensa el hecho de que el título se mueva sobre los 360p si mantenemos la consola en el dock (experimentando una considerable bajada al llevarla al modo portátil) con un máximo de 30 fotogramas por segundo que, además, mantienen una estabilidad temblorosa.
Es un punto que no lo hace injugable per se. Sin embargo, empaña la experiencia a niveles terriblemente notables, especialmente en ambientes cargados u oscuros, donde la visibilidad puede resultar prácticamente nula. Algo a lo que acompañan pequeños errores y detalles como el hecho de que el juego se encuentre a medio traducir, haciendo uso de una curiosa combinación entre el español y el inglés. Un posible indicativo de las prisas con las que fue adaptado a la consola de Nintendo y que hace especial flaco favor al juego.
Un port prehistórico
En líneas generales, 'ARK: Survival Evolved' es una experiencia altamente inmersiva y capaz. Sus ideas no son especialmente refrescantes, pero funcionan a la perfección con un mundo imponente, repleto de posibilidades y lugares por explorar. Algo a lo que se suman sus sistemas, la capacidad de personalizar nuestro avance según nuestras necesidades más imperativas y el concepto roguelike que nos permite volver sobre nuestros pies si cometemos cualquier error.
Sin embargo, todo este sistema queda totalmente empañado bajo un apartado técnico que queda muy por debajo de otros ports con dificultades para adaptarse a la híbrida como bien marcaron la llegada de 'DOOM' o 'Wolfenstein II' a la consola. En estos momentos 'ARK' es un pequeño diamante en bruto, incapaz de brillar por una enorme capa de problemas que, si bien no lo hacen del todo injugable, arruinan la experiencia de forma especialmente notable.
Un problema que Wildcard necesita solucionar para ofrecer una experiencia más accesible y con capacidades más seguras. Ahora por ahora, 'ARK' es prácticamente un título imposible. Cuenta con grandes virtudes. E incluso bajo este manto técnico, el juego resulta especialmente absorbente. Pero no es suficiente para compensar un agujero técnico de tales dimensiones.