El estudio barcelonés de Lince Works lanzó en 2016 su primer título, 'Aragami', el cual hizo las delicias entre los amantes del sigilo, dentro de un presupuesto modesto. Tal fue su éxito, que Lince tiene siete años de vida, dos juegos y ambos pertenecen a la misma franquicia. La historia de los ninjas sombríos gustó tanto que decidieron continuar expandiendo este universo, trabajar en los errores que habían cometido y darle un giro a su planteamiento jugable pero manteniendo su esencia, es decir, el sigilo como el arma más poderosa y las sombras como protección.
Probablemente el primer 'Aragami' pasó desapercibido para muchos, por eso en Lince han optado por situar la historia de su segunda parte cien años después, así ningún jugador nuevo necesita tener conocimiento. Como el propio nombre indica, volvemos a encarnar a un Aragami, un ser hecho de sombras que se encuentra dividido entre el mundo de los vivos y el de los muertos. En resumidas cuentas, la historia que cuenta 'Aragami 2' es el enfrentamiento entre dos clanes y aprovecha para profundizar algo más en la Esencia de las Sombras, ese poder con el que cuentan los Aragamis.
La aldea funciona como hub en el que comprar herramientas, cambiar nuestro equipamiento (puramente estético) y recibir misiones. Este sistema afecta directamente a la forma que experimentamos la historia, así que damos el salto hacia el siguiente apartado y luego retomamos.
'Aragami 2' es un juego mucho más centrado en el sigilo que el anterior debido principalmente al cambio en el sistema de combate. Ganar un duelo no es simplemente aporrear el botón de atacar, sino que necesitamos defender en el momento justo y vigilar el medidor de resistencia para no quedarnos en el sitio sin poder hacer nada. Nos podemos olvidar de luchar contra más de un enemigo a la vez, porque es prácticamente imposible salir vivo de ahí, tanto por la dificultad como por el sistema de lock-in. La mejor opción siempre es lanzar una bomba de humo o huir sin mediar palabra.
Centrémonos en lo verdaderamente importante del juego, que para algo encarnamos a un ninja: el sigilo. Nuestro protagonista puede noquear o asesinar (esto tiene más implicaciones que las morales), cuenta con herramientas como bombas de humo o shurikens y una serie de habilidades pasivas y poderes sombríos que vamos adquiriendo según subimos de nivel. La combinación de todos estos elementos hace posible que pasemos completamente desapercibidos en el escenario o acabemos con todos los presentes en el mapa. Ambas cosas son premiadas al final de la misión, por cierto.
El desarrollo de 'Aragami 2' ha cambiado y es probablemente la peor decisión en un conjunto notable. En vez de contar una historia de forma lineal capítulo tras capítulo, ahora vamos seleccionando misiones (51 en total) desde el poblado. Parece ser que sigue esa horrible filosofía de "cuanto más contenido, mejor", cuyo mayor exponente y caso más representativo es la evolución de las últimas entregas de 'Assassin's Creed', culminando en una ingente (e innecesaria) cantidad de horas de 'Valhalla'. El resultado es que vamos completando misión tras misión, con los mismos objetivos (escuchar conversaciones, matar a tal enemigo, robar tal objeto...) y en los mismos escenarios una y otra vez, salvo contadas excepciones.
De esta forma, el interés por la historia se pierde por completo, porque es evidente que no puedes contar cosas de interés en cada una de estas misiones. Lo mismo ocurre con las novedades jugables que se van introduciendo a cuentagotas y hay que avanzar mucho para ir viendo ideas que son interesantes (probablemente algunos ni las vean). Por ejemplo, el nigromante nos pone las cosas complicadas porque está conectado mentalmente a otros compañeros y, si matamos a alguno de estos, el mago se alertará.
Un efecto secundario de este modelo más enfocado en la cantidad que en la calidad es que nos concentramos más en terminar las misiones cuanto antes. Normalmente duran unos diez minutos, pero, una vez dominamos la mayoría de las mecánicas y tenemos un buen nivel, llegamos a completar las misiones del tramo final en menos de cinco minutos con clasificación S. No en vano, en Youtube ya se pueden encontrar decenas de ejemplos de usuarios 'speedrunning' de manera espectacular. Dicho sea de paso, el movimiento en 'Aragami 2' es muy fluido. La combinación entre doble salto, 'dash' y desplazamiento sombrío nos permite recorrer el mapa en unos segundos y aprovechar las alturas, que suelen estar menos vigiladas.
En un intento por hacer que las misiones sean menos repetitivas, en Lince Works han sabido jugar muy bien con los escenarios a los que volvemos una y otra vez. A pesar de conocer ya su disposición, los enemigos cambian de lugar constantemente. Es más, la colocación de estos suele estar muy bien pensada y normalmente no vemos una forma evidente para acabar con todos, sino que requiere algo de planificación para hacerlo sin ser visto.
El modo cooperativo es uno de los elementos más diferenciadores de esta secuela y puede ayudar mucho a aliviar esta sensación de repetitividad. El modelo de misiones cortas también beneficia a echar partidas rápidas con un amigo. Hablando de diseño de escenarios, el juego nunca da la sensación de que haya partes pensadas para varios jugadores y sean imposible de abordar cuando estemos solos, lo cual se agradece.
Conclusiones
En definitiva, 'Aragami 2' cuenta con una base jugable sólida. Sin embargo, todos los elementos, desde la historia a la jugabilidad, se ven lastrados por una simple decisión: apostar por cantidad en vez de calidad. El formato de misiones cortas puede ser bueno para sesiones rápidas, pero el problema radica en que no se puede mantener el nivel todo el tiempo y eso repercute mucho en el conjunto. Aún con todo, Lince Works ha hecho un gran trabajo asentando las mecánicas del primero, aprendiendo de los errores y mejorando un modesto e interesante juego de sigilo.