El 5 de Agosto 2019 | 14:27
No hay muchos juegos basados en 'Attack on Titan', pero los de Omega Force desde luego se han convertido en los referentes. Son los que han conseguido capturar con mayor fidelidad la dinámica de la obra de Hajime Isayama, al menos en lo tocante a la acción pura y dura. Quién conozca a esta desarrolladora ya sabe a qué atenerse, porque efectivamente, esto es un musou de matar titanes.
'A.O.T. 2' (por algún motivo el nombre oficial de los juegos son sólo las siglas) ya salió el año pasado. Este 'Final Battle' es una suerte de expansión que nos llega ahora a colación del final de la tercera temporada del anime, que se emitió el pasado 1 de julio. Incluye el contenido de la entrega original, que cubre las dos primeras temporadas, y un par de modos de juego nuevos que se ambientan en la última. Un movimiento comprensible, ya que si no tienes intención de variar la fórmula ni un ápice, no tendría mucho sentido sacar una secuela completa.
La vida diaria de un nuevo recluta
El modo historia es el mismo de antes. Podemos crearnos nuestro propio personaje y vivir los acontecimientos de la serie desde la perspectiva de este Eren de baratillo. Igual que protagonista de la obra original, también sufrimos la catástrofe de Shiganshina cuando éramos pequeños, también nos alistamos en la promoción 104 del ejército para vengarnos de los titanes, y también nos unimos al Cuerpo de Exploración. La historia se mantiene intacta, pero ahora con este personaje metido con calzador al que de repente todo el mundo quiere y admira; un Poochie de manual.
Es extraño, especialmente si has visto el anime o leído el manga. Todo el guion está pensado para que este personaje no moleste en absoluto, no influya en nada, de forma que más o menos te puedas creer que él o ella siempre estuvo ahí, solo que en la serie no se le vio. Somos un mero espectador, y sin embargo, todo el mundo nos dice que si no fuera por nosotros, nada de lo que ocurre sería posible. Lo único que cambia con respecto a la serie es el final, que es completamente inventado para así poder cerrar con cierta dignidad la historia de nuestro soldado.
El propósito de este avatar en el juego es uno muy específico, y es servir de pretexto para poder jugar un modo Historia en el que, entre secuencia y secuencia, intercala partes de gestión y vida social que le dan más algo más de enjundia al conjunto. Entre misiones podemos darnos un paseo por los cuarteles y el pueblo para hablar con gente, comprar y mejorar equipo, o realizar misiones secundarias. Todo eso es más fácil de desarrollar desde el punto de vista de un personaje que no está definido de antemano, y que por ende tiene más libertad para deambular por donde sea y codearse con quien quiera.
Las relaciones con los distintos personajes se interpretan en un lenguaje parecido al de 'Persona', en tanto que vamos subiendo nuestro grado de amistad con ellos y asistiendo a sus subtramas particulares a cambio de nuevas habilidades. Más aún que en la saga de Atlus, este sistema no solo refleja de manera muy artificiosa las relaciones humanas (decir solo lo que cada personaje quiere oír e hincharles a regalos por motivos puramente egoístas), sino que encima tira por la borda el carisma de estos personajes para darnos únicamente unas esmirriadas parodias de ellos mismos. Connie siempre está chuleando, Sasha siempre está pensando en comida, Mikasa no para de hablar de Eren, y así. Han cogido un rasgo más o menos característico de cada uno y lo han explotado hasta la saciedad. En un principio parece una buena oportunidad para observarlos en un contexto más cotidiano y conocerlos mejor, algo que en la serie no se ve tanto. Un par de subtramas incluso logran mostrar alguna capa más de estos personajes (Sasha avergonzada de su acento y su procedencia, por ejemplo) pero rápidamente vuelven a la monodimensión más aplanada.
Aun con todo, estas secciones ayudan a aligerar un poco tanta acción. El núcleo jugable, como dije antes, está sorprendentemente bien llevado: moverse con el equipo de maniobras tridimensionales cual Peter Parker por los rascacielos de Nueva York es una gozada, y los combates contra los titanes, sin ser una maravilla, se adecúan perfectamente a este sistema de movilidad. No es un musou en el sentido más estricto, ya que en vez de reventar a cien paisanos de dos espadazos, hemos de revolotear alrededor de un titán y encontrar el ángulo adecuado para impulsarnos hacia él y propinarle una estocada, ya sea en la nuca para matarlo o en alguna extremidad para impedir su movilidad y conseguir recompensas extra. Todo ello mientras nos coordinamos con hasta cuatro NPCs al mismo tiempo, los cuales tienen sus propias habilidades especiales.
Es la mejor representación que existe de lo que sería pelear siendo un soldado del Cuerpo de Exploración en la serie, o al menos, no hay ningún otro juego de la licencia que se le acerque. Ahora bien, la marca de Omega Force y sus incansables musou se deja notar en lo repetitivas que se acaban haciendo las misiones. Al final todo se reduce a ir de un lado para otro matando titanes, sea el objetivo que sea. Lo que en la serie es un conflicto brutal que representa una supervivencia cruda y descarnada por parte de la humanidad, aquí es todo lo contrario. Masacramos titanes con pasmosa facilidad. De nuevo, es un musou, y esto no intenta transmitirnos las dificultades de una humanidad que vive aterrorizada por semejantes monstruos, sino ser la fantasía de poder de Eren, personaje que en el anime solo sueña con vengarse de los titanes.
Otro problema es que cuando 'A.O.T. 2' intenta aportar variedad dentro de las misiones nunca termina de cuajar. Es un juego construido únicamente alrededor del acto de matar titanes con el equipo tridimensional, y por eso todo lo demás, hablando todavía de las partes de acción, queda fuera de lugar. Con eso dado, lo mejor que podían hacer para que el modo Historia fuera interesante era que las peleas se englobaran dentro de estas secciones de gestión más pausadas. De esta forma desviamos nuestra atención de la repetición para centrarla en números, en habilidades, y en ver como todo progresa. Ayuda a que sea menos cargante.
El nuevo contenido
El modo Recuperación de Territorio, que se incluye como novedad en 'Final Battle', es justo eso. La estructura es la misma que la del modo Historia, ya que se divide en partes de gestión y partes de acción, solo que las primeras son algo más profundas y no está tan atado al guion de Isayama, por lo que hay más libertad para dejarse llevar por la progresión sistémica. Reclutamos soldados, les asignamos cargos, mejoramos la base y a nuestros personajes, vamos progresando en la conquista territorial contra los titanes a base de misiones de combate genéricas, volvemos a la base, y de vuelta a la gestión. Es casi un 'Football Manager' de 'Attack on Titan', y diría que el mayor acierto de esta expansión. A pesar de lo despersonalizado que es todo en comparación con la historia principal, si te gusta la propuesta vas a encontrar aquí un pozo de horas en el que siempre hay algún número que aumentar.
El colofón de la expansión es, como adelantaba al principio, el contenido basado en la tercera temporada del anime, que no forma parte del modo Historia per se. El modo en cuestión se llama Episodios de Personajes, y en él dejamos a un lado a nuestro soldado de creación original y a las partes de administración de recursos más calmadas para vivir el argumento de la misma forma que el modo Historia trataba de evitar: jugando solamente secuencias de peleas. El resto son escenas en formato novela visual que se encargan de narrar las partes con más diálogos de este arco.
Experimentamos los mismos acontecimientos desde tres puntos de vista: los oficiales del Cuerpo de Exploración, con Levi y Hange; los cadetes de la 104, con Armin, Mikasa y compañía; y los Guerreros, cuya identidad no revelaré por si alguien aún no ha visto la segunda temporada. Una excusa bastante descarada para hacernos repetir los mismos enfrentamientos una y otra vez. Combates que, además, intentan ofrecer nuevas ideas pero adolecen de una ejecución desafortunada que los hace más tediosos de lo que deberían ser. Los nuevos artilugios como las armas de fuego y las lanzas relámpago, aunque se agradece la fidelidad al material original, tampoco son un añadido jugable lo suficientemente relevante. Lo digo una vez más, el núcleo de este juego solo funciona cuando hay que matar titanes.
'A.O.T. 2: Final Battle' es un título con contenido para aburrir, eso sin duda. Que también es el mejor videojuego basado en 'Attack on Titan' no admite ninguna discusión. Aun con sus aciertos, que los tiene, se le nota tanta torpeza, tantos tropiezos por no saber hacia dónde apuntar mientras trata de abarcarlo todo, que sigue estando a años luz de ser la adaptación de ensueño que a todos nos gustaría que fuera. Ni siquiera el nuevo contenido, sacado con prisas para coincidir con el anime, aporta demasiado a lo que ya había. No seré yo quien empiece ahora a valorar el precio de un juego según la cantidad de contenido, pero lo que es la calidad de este DLC no justifica ni por asomo esos 50 euros extra que cuesta por separado.
Lo mejor:
- Sistema de control y combate contra titanes tan bueno como antes
- El modo Recuperación de Territorio, muy absorbente
Lo peor:
- Adapta la mejor parte del anime, pero con una ejecución jugable y narrativa muy pobre
- A nivel de diseño sigue siendo igual de repetitivo
- El modo Historia no trata bien a sus personajes
- El DLC por separado no justifica los 50 euros que cuesta