El amor de instituto es una de esas cosas que se lleva el viento. Lo tomamos, lo queremos con todo nuestro ser y antes de que nos demos cuenta lo perdemos, como un globo que tanta ilusión da a un niño en un día de feria. Puedes recordarlo y guardar el recuerdo, pero la emoción hace tiempo que se fue. No significa que no fuera especial: es que el tiempo ha pasado.
'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' es un juego que quiere agarrarse a ese sentimiento. Nos recuerda a nuestra época del instituto, a esa persona por la que teníamos cariño en la distancia y las amistades que aunque ahora estén lejos marcaron nuestro carácter. Más importante que eso, nos recuerda al auténtico amor que ahora echamos de menos: no uno corporal, sino abstracto. El deporte en el que destacabas, la extraescolar que hacía tus ojos brillar con fuerza esperando a ese día de la semana especial, la popularidad que podías tener en tu clase y que ahora está ensombrecida por un terreno de trabajo mucho más sombrío. Es fácil echar en falta la relación especial que teníamos y repasarlo te hace preguntar cuándo perdiste el contacto con ello. Pura nostalgia.
La razón de volar
La historia es el centro de 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue'. Es lógico, se trata de una novela visual; una dividida por capítulos, cada uno con el objetivo de recordarnos lo máximo posible a una serie anime como aquellas en las que se inspira. Están tan estructurados con esta mentalidad que es fácil reconocer al vuelo los tropos que marcan cada episodio a las pocas horas de comenzar a leer. Este es el capítulo de presentación, este es el primer enfrentamiento contra otro equipo brutal, este es el de la playa y este el del fanservice que piden los fans.
Técnicamente los dos últimos deberían ir juntos, pero 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' no se corta lo más mínimo con la entrega de fanservice al jugador y hace necesario comenzar a catalogarlo de diferentes maneras en nuestras cabezas o todo el título acaba convirtiéndose en un paquete de puro fanservice. Quiere fijar su mirada en el deporte que se ubica en el centro de la trama y su equipo, pero acaba dedicando mucho más tiempo en las chicas y las relaciones que establecemos con ellas.
Es lógico dado sus orígenes. No iba a hablar del elefante en la habitación, pero lo veo necesario para comprender en su totalidad este juego. 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' es, en su origen al menos, una novela visual eroge, un género caracterizado por tratar la desnudez, el sexo y nuestra llegada a él a través de diferentes rutas. No quita valor a la historia: existen numerosas novelas visuales que se originan de aquí, como la muy popular franquicia 'Fate: Stay Night' o un personal favorito, la trilogía 'Utawarerumono'. La cosa es que esas obras se sostienen por sí solas sin sus fragmentos eróticamente explícitos, mientras que con 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' hay un vacío evidente.
En equipo todo sabe mejor
Todo en 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' gira en torno de un deporte ficticio exclusivo de la isla donde nuestro protagonista vive. La tecnología ha avanzado lo suficiente para permitir a las personas volar sin motores ni en masa, todo gracias a la ciencia anti gravitón aplicada a los zapatos del día a día; es de aquí de donde surge la competición por ver quiénes son los equipos más rápidos, mejor organizados para atacar y defender. Nuestro protagonista ha vivido con ya estos avances a su alrededor, pero cuando conoce a una chica nueva en la isla interesada en el mundo de los altos vuelos es cuando se implica en el deporte tras años retirado.
Nuestro papel es, por tanto, dejar el protagonismo al equipo del deporte y pasar a un segundo plano. Somos los entrenadores, gestionamos a las cuatro jóvenes que forman parte de la historia para convertirlas en el mejor club del instituto y, si es posible, alcanzar las competiciones regionales. Una meta que empieza por lo más bajo y va aumentando su alcance a medida que el equipo se vuelve competente: ninguna de las tres primeras chicas conoce el deporte en profundidad, pero su potencial es como ningún otro.
Podemos ver muchos de los tropos típicos en anime de deportes a lo largo de la historia, desde los torneos hasta los rivales que pasan a ser amigos con el tiempo cuando los siguientes rivales son mucho más poderosos que lo que jamás se había visto antes. De hecho, 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' fue adoptado también a anime, un formato que le sienta como un guante para contar su trama y conocer a los personajes. La historia es muy rígida en su progresión, y aunque dejan a mano algunas decisiones tempranas sus efectos son nulos: no cambiará nada de nuestro paso por el juego. No es hasta la recta final cuando hay elecciones que realmente importan, y se limitan a una por cada una de las chicas del equipo para determinar quién obtendrá nuestro amor correspondido. Hace demasiado evidente la falta de consistencia en el formato elegido para narrar la historia.
Crisis de identidad
Con este problema planteado en las decisiones del juego volvemos a su necesidad de recurrir de forma constante al fanservice, la cual sólo hace más evidente sus problemas de identidad. 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' quiere ser una historia de deporte, motivación y superación, pero está demasiado insegura de sí misma como para atreverse a dedicarse a ello plenamente. Por eso se esconde tras la fachada de un dating simulator sin tampoco entregarse a ello y limitando las elecciones reales del jugador a una: qué chica te gusta más. Y si quieres estar soltero, el juego lo considera de inmediato como el final malo.
Existe potencial en la premisa de una historia de deportes así. Si fue adaptada al mundo de la animación sería porque verían su viabilidad en el mercado. Pero el título no termina de querer apostarlo todo por el género de la novela visual y se queda a medio camino de lo que podría haber sido. El exceso de fanservice hace evidente las faltas que tiene durante su narración, y la eliminación de sus escenas eroge, aunque necesarias para llegar a un público mayor, son demasiado obvias por la naturaleza que desprende por todas partes.
Todo esto al final provoca que el juego no sea el mejor ejemplo para entrar a leer novelas visuales, un ejercicio que recomiendo encarecidamente con otras obras; pero si ya estás enganchado al género y te gustan los animes de deportes quizás haya algo aquí para ti. No será la mejor novela que leas, pero quizás sí una experiencia a la que cojas más cariño que en lo personal de este analista.
Conclusiones
El género de la novela visual es uno de nicho, complicado al que acceder y cerrado a públicos concretos que pueden amar algunos de sus juegos más especiales. 'Aokana: Four Rhythms Across the Blue' no hace nada por abrirse a esos públicos: se limita a eliminar partes de su identidad y mostrarse como un amor con mucho encanto y poca personalidad. Te gustará si todos sus puntos destacables caen en tu lista de tropos favoritos, pero más allá de ello no consigue mostrarse al público tal y como desearía. Al final hay mucho fanservice y ningún despegue de altura.