Jugar al minigolf es una experiencia curiosa cuanto menos. Hace un tiempo se puso realmente de moda, era la idea más estrafalaria posible. ¿Jugar a una versión pequeña del golf con escenarios graciosos, recorridos improbables y molinos de viento? Siempre ha sido una idea atractiva, aunque tuviera su momento y ya haya pasado. De hecho algunos de los títulos de móvil que más difruté de joven fueron juegos de minigolf, cuando los smartphone todavía eran una idea imposible en nuestras cabezas. Muchos años después tenemos entre nosotros opciones como '3D Mini Golf'.
Si no puedo evitar acordarme de lo bien que lo pasé con tantos pequeños videojuegos de esta versión en miniatura de uno de los deportes más admirados de todos los tiempos es porque dejaron cierto impacto en mi vida como jugador. Es por ello por lo que no esperaba gran cosa de '3D Mini Golf', aunque tuviese la nostalgia de mi lado: no creía que pudiera hacerme sentir como aquellos viejos juegos de móviles que se controlaban con un teclado poco práctico. Pero una parte de mí esperaba algo, una pequeña sorpresa de la que acordarme para siempre.
Pequeños campos, grandes maniobras
Para aquellos que no estén familiarizados con el concepto de minigolf consiste en lo siguiente: como jugadores pasamos por diferentes campos de juego en los que tomamos una bola de pequeño tamaño, la golpeamos con un palo especializado y con cálculo, fuerza y precisión logramos meterla en un hoyo no muy lejos de nosotros con el mínimo número de golpes posibles. Decirlo puede parecer fácil, pero lograrlo puede llegar a ser todo un reto en niveles avanzados, donde se nos pide una gran capacidad matemática.
Jugar al minigolf es un ejercicio de cálculo y praxis. Tenemos que observar nuestro entorno para imaginar cómo se trasladará nuestra pelota, si seremos capaces de lograr un hoyo en uno con un movimiento arriesgado o será mejor ir sobre seguro y dejar nuestro objetivo para dentro de varios golpes. Quizás debamos tener cuidado con las cuestas, pues pasarnos de fuerza haría que nuestra bola se perdiera fuera del campo y quedarnos cortos que no llegue a alcanzar la cima y se venga abajo de vuelta al principio. Tenemos que priorizar, imaginar el campo al completo y el resultado final de nuestras acciones.
Lo habréis imaginado en base a estas descripciones, pero el auténtico protagonista en el minigolf es el campo. Las fases son extremadamente cortas y nuestro objetivo es similar al de un speedrunner, buscar la ruta que nos evite el máximo posible de tiempo o movimientos. Para ello tenemos que contar con una gran variedad de campos, un gran diseño en estos para obligarnos a rompernos la cabeza frente a cada nuevo desafío y la suficiente riqueza visual como para atraer nuestra atención.
Por esto último es por lo que existen tantos campos de minigolf extravagantes a la par que curiosos. Los molinos de viento, los castillos, las estatuas gigantes que cierran y abren las piernas... Son cosas absurdas que llaman la atención y nos animan a seguir avanzando hasta el siguiente campo, donde podríamos descubrir nuevos secretos y lugares que no habíamos llegado a imaginar. Esa es la gracia del minigolf: todo queda en el diseño, tanto el artístico como el de nivel.
Con los pies en la tierra
'3D Mini Golf' es un título que no piensa en nada de eso. El diseño es algo alternativo y opcional, lo importante para él es que seamos buenos matemáticos y le podamos echar unas cuantas partidas que nos lleven a rompernos el coco. No quiere ser nada espectacular ni bello y quizás por eso tire por un aspecto más cercano a lo realista en el apartado gráfico en vez de buscar algo que lo haga único y propio. Con ello no consigue resultados impresionantes, sino que olvidemos rápidamente las características más destacadas de una partida.
Sólo existen cuatro fondos para nuestras partidas, cuatro mundos si lo queremos entender así. No son nada novedoso e impresionante: un campo de minigolf clásico, una playa en un atardecer... Se trata de lugares algo aburridos de ver, de los cuales quizás el más interesante sea su cuarta localización, un mundo de dulces creado con muchos postres en mente. Es sin lugar a dudas la mejor de todas las ubicaciones en las que podemos participar y que se nota que tuvo un mimo especial. No en vano fue un mundo que se ofreció en otras versiones del juego como DLC de pago puesto a la venta posteriormente al lanzamiento del juego.
Sería aceptable de llegar a contar con un diseño inteligente, pero tampoco logra captar del todo bien ese apartado para sus jugadores. Los niveles en los que jugamos son desafíos muy básicos, simples, que no requieren un gran esfuerzo mental y matemático por parte del jugador para lograr averiguar cómo superarlos en el mínimo número de golpes.
Se perdonaría bajo ciertas situaciones, pero llega un momento del juego en el que comenzamos a tener cierta sensación de déja vù que no dejará de molestaros hasta el punto en el que, finalmente, nos demos cuenta de que los desarrolladores han reciclado algunos de los escenarios en otras ubicaciones. Tras algunos de estos casos hay ligeras variaciones, pero nada lo suficientemente atractivo o potente como para que nos sintamos a gusto con la idea de que el juego no nos ofrece siempre algo nuevo que llevarnos a la boca.
Pocas opciones de juego
Tras la decepción de descubrir que no estamos sobrados de opciones quizás parezca que no tenemos mucho qué hacer en '3D Mini Golf'... Y no estaríamos muy lejos de la realidad. Los modos de juego que se ponen a nuestro alcance son muy escasos, lo suficiente como para declarar que se nos está poniendo por delante un videojuego que cumpla los mínimos estándares.
Principalmente contamos con dos modos para un jugador y uno de cara al multijugador. Los primeros son algo básico un sencillo: para comenzar está un torneo en el que competimos contra varios golfistas controlados por la máquina a los que debemos vencer a lo largo de varios campos en sucesión. Nunca vemos a esos otros personajes, no interaccionamos con ellos de ninguna manera y sólo vemos el número de golpes que han hecho, el cual incluso en el modo de dificultad máximo tiende a ser muy alto. ¿Y nuestra recompensa al completar estos torneos? Nada. Ni un reconocimiento ni un desbloqueable o una marquita que nos señale que lo hemos logrado. Casi igual sucede con el modo desafío, que consiste en pasar por los mismos escenarios e intentar superarlos en un número de golpes que se nos solicita que, extrañamente, crece de manera desproporcionada a medida que avanzamos, eliminando de raíz cualquier curva de dificultad existente.
Lo único que queda como cierto consuelo es el multijugador, el cual podría servirnos para matar algunos ratos muertos con algún amigo de llegar a tener escenarios algo destacables. Queda en este aspecto como un pasatiempo fácil de olvidar y que con dificultad dejará cualquier impacto en sus jugadores más allá de las interacciones que puedan tener fuera de la pantalla de juego.
Conclusiones
Esperaba poco de '3D Mini Golf', al igual que de aquellos juegos de móvil que ya poca gente llega a recordar. Menos aún es lo que he recibido: este no es un título que intente destacar en ningún apartado, y desde luego tampoco es injugable, pero sus problemas son demasiado numerosos y apuntan más hacia las carencias que tiene que a reforzar cualquier punto fuerte en el que intente centrarse. Al final será fácil de olvidar, igual que aquellos títulos de los que siento cierta nostalgia pasada.